Juan Francisco Reyes López
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Guatemala, gracias al presidente Jorge Ubico, a su gobierno y a su responsabilidad y orgullo, cuenta desde el año 1943 con un Palacio Nacional que es el edificio público más bello de América Latina.
Desde muy niño, cuando estudiaba en el Colegio San Sebastián, junto a varios compañeros y sin que nadie nos lo propusiera, visitamos por lo menos una vez al mes el Palacio Nacional, admirando su arquitectura, el detalle de sus puertas, de las chapas, de las lámparas, de los vitrales, de sus jardines, de su artesanado.
Cuando conocí Europa sentí admiración por sus edificios públicos en Austria, en Francia, en España, en Italia y en otros países. Personalmente confirmé que por ejemplo el Salón de Recepciones y el Salón de Banquetes del Palacio Nacional tenían la misma categoría y belleza que los salones palaciegos de Europa.
Durante el gobierno de Álvaro Arzú se tomó la decisión de dejar de utilizar oficialmente el Palacio Nacional como la sede principal de gobierno, argumentando que instalarle los equipos electrónicos que hoy se necesitan de forma permanente por los Ministerios y Secretarías era prácticamente imposible, aun así, el Palacio Nacional se continúa utilizando para los grandes actos como son la transmisión de mando de gobierno a gobierno, la recepción de credenciales a los embajadores acreditados en el país, las reuniones que el Presidente o el Vicepresidente efectúan con importantes visitas internacionales.
El despacho presidencial sigue siendo una joya que en lo personal me impresiona, como me impresionó desde la primera vez que tuve el honor de ser parte de una audiencia.
El gobierno de Álvaro Arzú lo denominó “El Palacio Nacional de la Cultura”, sus razones tendría para hacerlo, sin embargo para mí es el Palacio Nacional de la historia gubernamental de Guatemala, por ello debería de llamarse oficialmente el Palacio Nacional de la Historia y la Cultura. Es más, debería habilitarse las oficinas del mismo como salas donde se vaya colocando por lo menos un salón que contenga los objetos que recuerden y representen a los presidentes y vicepresidentes del periodo democrático.
Mantener en buenas condiciones el Palacio Nacional no es barato ni fácil, sin embargo, sin ánimo de contradecir al licenciado José Luis Chea Urruela, actual Ministro de Cultura y Deportes, no es cierto que en los 76 años desde que se construyó el Palacio Nacional no se haya invertido recursos en conservarlo y en reacondicionarlo. Por ejemplo, durante el gobierno del que fui vicepresidente, previo al acto de cambio de mando y como parte de la partida específica para el efecto, fueron invertidos varios millones en reacondicionar el Palacio, especialmente el salón de recepciones y el salón de banquetes, sus techos, sus jardines, incluso se colocaron dos membranas, importadas de Europa, para cubrir ambos patios, lo que permitió que el Palacio Nacional pudiera ser utilizado en verano y en invierno, de día o de noche, en grandes reuniones, lo cual continúa efectuándose aún cuando lamentablemente una de las membranas se rasgó durante el gobierno de Álvaro Colom y la misma no ha sido reparada o repuesta.
Invertir en el reacondicionamiento del Palacio Nacional es una obligación y no considero que el Ministerio de Finanzas o el Congreso de la Republica no estén de acuerdo en aprobar los gastos que eso requiera.
¡Guatemala es primero!