Félix Loarca Guzmán

El violento motín que se produjo el pasado lunes en el centro correccional Las Gaviotas de la capital de Guatemala, es sin duda un retrato de nuestro atraso, que una vez más puso en evidencia la fragilidad de los esquemas de seguridad en el país y la falta de atención a los problemas de la niñez y la juventud.

En esta ocasión, el saldo fue trágico con 3 internos muertos, 4 evadidos, 14 heridos, de los cuales algunos fueron sometidos a intervenciones quirúrgicas, además de considerables destrozos materiales.

Aunque hay que reconocer el esfuerzo que los miembros de la Policía Nacional Civil realizaron para retomar el control de las instalaciones en el marco del respeto a los derechos humanos, el pronóstico hacia el futuro no es alentador.

Se teme que estos incidentes pudieran continuar porque son resultado del hacinamiento que hay en esos lugares y la marcada negligencia burocrática, al ignorar las quejas de abusos hasta de carácter sexual que han externado los jóvenes que están internados en esos centros, utópicamente creados para ayudarlos a lograr su readaptación a la sociedad.

El problema del hacinamiento en estos centros juveniles y en el Sistema Penitenciario no se resuelve construyendo más cárceles como ingenuamente cree el Ministro de Gobernación.

La violencia, la existencia de las pandillas, el cobro de las extorsiones, los ataques armados a los autobuses del transporte público, el desempleo y todas las demás secuelas de la inseguridad ciudadana, no se controlarán marginando sus orígenes que son diversas causas sociales.

En su libro Desde el Cuartel, el coronel Edgar Rubio Castañeda, expone que muchos de los problemas de nuestra Patria, son consecuencia del régimen de privilegios y corrupción que desde el derrocamiento del Presidente Jacobo Arbenz Guzmán, en 1954, ha estado destruyendo política, económica, social y militarmente a Guatemala, por la inconmensurable voracidad de unas pocas familias, en su afán concentrador de poder y de control del Estado.

Ese grupo oligárquico que con el apoyo de poderosos medios de comunicación y del Águila Imperial, impuso el régimen neoliberal, que no es más que la etapa salvaje del capitalismo, tiene al país al borde del abismo con altos niveles de pobreza, hambre, desempleo, desigualdad, corrupción y el abandono de los servicios de salud y educación.

Para salir de este atolladero, el pueblo tiene que perder el miedo enfrentando pacíficamente y por las vías legales a esa minoría reaccionaria y corrupta.

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