Jorge Mario Andrino Grotewold
@jmag2010

La preparación familiar, individual y comunitaria para los casos de los desastres naturales es extraordinariamente importante, especialmente para países como Guatemala, donde las situaciones climáticas han hecho estragos, también por ser una zona sísmica que avizora, según algunos expertos, un futuro estremecimiento de la tierra similar al vivido en 1976.

El Estado de Guatemala, mediante su organización administrativa y política, se presume alcanza a tener una preparación colectiva, mediante la Conred que aglutina a una gran cantidad de instituciones públicas, que incluyen a los Organismos de Estado y las municipalidades, entre otras. Sin embargo, uno de los errores tradicionales de parte de estas instituciones es que descansan en la Seconred para poder paliar todas las necesidades, cuando esta Secretaría cuenta con limitados recursos, y un fondo de emergencia igualmente disminuido.

Por ello, ejemplos como el de la ciudad de Guatemala y otras similares, que tienen organización mediante los Comités Únicos de Barrio, son altamente valorados, principalmente para la prevención, pero especialmente al momento de reacción durante un evento natural que obligue a coordinar, ser solidario, y no esperar que todo llegue desde el Estado, como el gran salvador. Escuelas, hospitales e instituciones públicas y privadas deben tener también señalizaciones y ejercicios de simulación, que garanticen que en medio del pánico, las personas puedan intentar seguir una disciplina ante la adversidad de estas calamidades.

En los hogares, cuya economía lo permita, debiera también existir un proceso lógico de comunicación para tener la preparación necesaria como agua, linternas, baterías, radio de transistores, ropa de emergencia y algunos víveres que no sean perecederos y que permitan palear un tanto las necesidades básicas de las personas que integran el núcleo principal. Estas acciones y medidas son necesarias ante desastres nacionales porque regularmente y mientras se toman las medidas necesarias, la economía se paraliza un tanto, impidiendo que el comercio funcione normalmente o bien surgen problemas como el acaparamiento de alimentos y por ende que no exista la oferta suficiente para la demanda que se tiene.

Prevenir para no lamentar, debiera ser un proceso de sensibilización que la sociedad siga, especialmente aquellos que viven en lugares de riesgo, y en donde la asesoría y apoyo de instituciones públicas como la Seconred y las Municipalidades es obligatorio, porque de esa forma se minimizan las malas noticias.

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