Con prontitud, el Estado Mayor de la Defensa Nacional citó al Coronel de Infantería Edgar Rubio Castañeda para que se presentara ante la Junta de Honor del Ejército de Guatemala por el contenido de su libro “Desde el cuartel, Otra visión de Guatemala”.

Ha sido tradición para la oficialidad publicar sus textos sobre prácticamente lo que se les antoje sin que haya un solo reclamo de parte del “alto mando” o sin que medien instancias con pomposos nombres como ésta, a la que ha sido convocado el autor.

Es una pena que el ejército sea tan eficiente en un caso en el que simplemente se está poniendo en blanco y negro lo que muchos saben que ha sucedido en Guatemala durante años y el papel que no solo el ejército sino todos los sectores de poder han jugado históricamente y que nos tienen en esta telaraña de impunidad, pobreza, violencia y polarización.

¿Alguna vez se habrá conocido tan pronta reacción de parte del Estado Mayor cuando algún oficial ha sido evidenciado como parte del crimen organizado? Son muchas las víctimas que conocen, postconflicto, el rol de algunos que siendo oficiales se han aprovechado para utilizar la corrupción y la violencia como sus medios de vida.

Que conste que no vamos en este espacio a apañar los abusos que también cometieron durante el Conflicto Armado Interno miembros de la guerrilla ni aquellos que queriéndose pintar como comandantes o jefes fueron los principales traidores de los principios de justicia social que esgrimían, pero nos parece ridículo que cuando, al fin, se presenta una versión lógica de lo sucedido, se le tiran con todo el “honor” que el ejército ha tenido bien guardadito durante mucho tiempo.

Porque aún para los amigos de la institución militar termina siendo muy difícil justificar el rol que ha tenido en el manejo de la caja chica del Ejecutivo por aprovecharse del secreto militar para sacar y disponer de millones en efectivo sin que haya citaciones a los jefes de finanzas para que expliquen en qué se han gastado.

Menos, a quienes han hecho la farsa de los patrullajes combinados que solo han sido facturar por un servicio de “plazas fantasma” y, peor aún, esa gran mentira del estado de sitio para capturar a 10 personas con orden de detención anterior. Evidentemente, tareas hechas para justificar el jugoso presupuesto.

Lástima que el ejército no haya enfrentado con la misma energía a los oficiales que como parte del crimen organizado balean, bombardean, matan y roban. A los corruptos nunca se les llevó a una Junta de Honor.

Artículo anteriorLa trágica muerte del doctor Mejía
Artículo siguienteHijo de Juan Gabriel demanda a «Univision» y «Telemundo»