Roberto Arias
Hace pocos meses aseguré en esta columna que a Donald Trump, ahora presidente de Estados Unidos, si no lo dejaban sin chance, podría haber magnicidio a lo Kennedy o similar, dado que los gringos ya se percataron de que eligieron a un charlatán que está poniendo en peligro a toda la población estadounidense y a todo el planeta sin arrugar el entrecejo. Ya en su verborrea como candidato había prometido torpezas de diferentes calibres sobre lo que sería su política exterior, si llegara a la oficina oval de la Casa Blanca.
Dentro de las barrabasadas que dijo está la declaración que expresó sin rodeos la idea de que la “OTAN es obsoleta, no sirve para combatir al terrorismo y cuesta demasiado a EE. UU.”, por lo que demandó a los países europeos integrantes de la OTAN “pasar por caja” , pues la aportación económica de dichos países europeos sería de un insignificante 2% del PIB nacional, quedando lo grueso del financiamiento a costas de EE. UU. (el 70% cerca del billón de $ del total del presupuesto).
No debemos olvidar que los dimes y diretes con Rusia iniciaron casi desde la reciente toma de posesión de Trump, en lo que él y Putin, como el jueguito latinoamericano del “Tin marín”, jugaban a quién es el mentiroso, en el que los gringos acusaban directamente al gobierno de Putin de estar detrás de “supuestos ataques cibernéticos de hackers rusos para desequilibrar la campaña electoral de Hilary Clinton e inclinar la balanza a favor del supuesto submarino ruso, Donald Trump”.
De tal manera, aumentan los recelos de que dicho cese de investigaciones sería un flagrante caso de entorpecimiento de la justicia, delito por el cual el Congreso de EE. UU. podría iniciar un proceso de destitución (impeachment) que termine por derrocar a Trump, por lo que el vicepresidente Mike Pence ocuparía la Presidencia para entregar a EE. UU. al verdadero poder en la sombra de los mismos EE. UU. y mantener el clásico engaño de las pseudodemocracias con las que han mantenido a su pueblo totalmente drogado.
El grosero aumento de miles de millones de dólares al presupuesto militar fue realizado con el fin de fortalecer el complejo militar-industrial de EE. UU. que tiene planificado para la etapa post-Obama, la recuperación del papel de EE. UU. como gendarme mundial mediante un incremento extraordinario de las intervenciones militares estadounidenses en el exterior (léase Nueva Guerra en Oriente Medio), en la búsqueda de sostener la hegemonía energética a pura bala, bomba y sangre para robar y extorsionar al mundo, como ha sido siempre.
Pero, como predicen algunos analistas internacionales, en un momento transcendental para saldar la pesquisa de la presunta relación del Gobierno ruso con elementos del ámbito presidencial de Trump, al igual que de la denuncia contra Putin tras acusarlo de “interferir en el proceso electoral estadounidense para favorecer al entonces candidato Donald Trump” que se encargó al FBI, el cese tajante de su Director, James Camey habría provocado que la sombra de Watergate (Caso Nixon) volviera a proyectarse sobre Washington.