Fernando Mollinedo C.

El poder político no podrá regenerarse por sí mismo cuando su desarrollo está viciado y corrompido, pervertido o cuando vive depravado. Las formas de recomposición brusca de los sistemas políticos, económicos o sociales sin el uso de los calabozos, mazmorras y ejecuciones extrajudiciales se ha refinado hasta en los procesos «revolucionarios» cambiando el garrote por la tribuna; la violencia física fue sustituida por una violencia política expresada en la alternancia, de reforma o refundación.

Costará mucho esfuerzo y tiempo volver a una época de políticos decentes con proyección social donde impere la democracia interna; pues la interacción de la Historia del país que es tan asertiva nos demuestra que todos los partidos gobernantes y los militares jefes de gobierno comenzaron con la promesa de la salvación y todos terminaron con tremendos déficit de credibilidad moral y ejecutoriedad de los programas gubernamentales.

Los períodos de imperdonable corrupción vigentes hasta hoy, la irremediable burocratización con su irreparable insensibilización convirtieron a los gobiernos en una máquina de inefable desgobierno amparados por las dictaduras militares desde hace más de cincuenta años y no hay modo de civilizar ni al país ni a los políticos.

El nombre que se le podría asignar a la putrefacción de los órganos de gobierno sería el de CRATOSIS – de cratos = poder – y a la burocratización con su inflamación de aparatos gubernamentales CRATITIS; la insensibilidad de los funcionarios que autorizan la compra y distribución de frijol CON GORGOJOS Y BAÑADOS EN INSECTICIDA NO APTOS PARA CONSUMO ANIMAL para la alimentación de la población se le podría llamar CRATALGIA o CRATESIA y a la ingobernabilidad como parálisis administrativa CRATOPLEJIA.

La patología del sistema político en Guatemala indica que el «organismo político» sufre de alteraciones disfuncionales de sus células, en palabras concretas, se evidencia la presencia de un CRATOMA que podría llegar a convertirse en una CRATOMETÁSTASIS donde la única solución es la extirpación o la amputación del sistema que se degeneró, es decir una CRATOSTOMÍA.

La impotencia, indecencia, indolencia e ineficiencia de los funcionarios públicos debería ser sancionada con la MUERTE CIVIL (inhabilitados de por vida para ser funcionarios y proveedores del Estado) pues hasta la fecha NO HAN PAGADO SUS PECADOS PÚBLICOS y eso lleva a la DECADENCIA GUBERNAMENTAL que en otras palabras se interpreta como «Declinación, menoscabo, principio de debilidad o de ruina».

La Historia de Guatemala demuestra que la corrupción es progresiva, que la insensibilidad es irreversible y que la ingobernabilidad es terminal. Quien no acepte con madurez la existencia de las enfermedades políticas se balanceará entre el suicidio y la eutanasia. Es como creer que el Alzheimer es pasajero, que el cáncer se cura solito o que el infarto nada más punza, pero no mata.

Los políticos no desean oxigenarse como personas de bien y reconocimiento público; se empeñan en enlodar su prestigio y se echan baldonadas de mierda que el tiempo no les limpiará y legarán a sus hijos como herencia maldita.

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