Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

El mayor porcentaje noticioso de los medios de comunicación del país ha sido el desastre ocurrido en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, y ahora el motín del Centro Juvenil de Privación de Libertad para Varones Etapa 2 y no es para menos, al dejar al descubierto lo que todos de sobra sabíamos, aunque las autoridades repetían “tener bajo control”. Por ello considero de vital importancia insistir en el tema de la inseguridad en el transporte colectivo para evitar aquellas desgracias que muy bien podrían tener mayor impacto en nuestra sociedad que las mencionadas.

Ayer, aproximadamente a las siete y media de la noche vi con asombro el recorrido de un autobús extraurbano sobre la Calzada Aguilar Batres, zona 12, de sur a norte, a más de 100 kilómetros por hora. De inmediato me pregunté ¿Qué pasa con nuestras policías que mientras todos nos damos cuenta de sus errores, incapacidades o de la tremenda corrupción que persiste en sus elementos, nadie toma la debida acción preventiva para evitar el gran número de accidentes que ocurren a diario y más aún, cuando un buen número de conductores, aprovechando la nocturnidad, violan la prohibición al conducir en estado de ebriedad y a altas velocidades?

Sabido es por todos que la incidencia de accidentes de tránsito notoriamente se incrementa en la época de verano, por lo que primariamente vale la pena preguntarle a nuestras autoridades, que se supone responsables: ¿Estarán en óptimas condiciones físicas nuestras carreteras para que no sean causa de accidentes? ¿Habrán puesto a funcionar operativos adicionales para evitar que los mal llamados empresarios del transporte extraurbano, que lucran más en esta época elevando el valor de los pasajes, se olvidan de las condiciones óptimas en que deben estar sus vehículos con ese mismo propósito?

Por razones de espacio no sigo citando el sinnúmero de actos y condiciones peligrosas que inciden en el aumento de accidentes de este tipo durante la época, porque considero que es más que suficiente lo enumerado para evidenciar la URGENTE necesidad que existe para que nuestras autoridades hace rato debieran estar actuando con mayor drasticidad, diligencia y esmero posible ¿o vamos a seguir con la mala costumbre de exclamar ¡Jesús María! hasta ocurridos los desastres? El presidente Morales bien sabe que las desgracias, como las ocurridas en los llamados “centros de bienestar social”, no solo debieran servir de instrumentos políticos sino de algo con mayor profundidad y beneficio para la comunidad y en corto plazo para evitar aquellas tragedias que por regla general afectan en mayor grado a la población de escasos recursos.

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