Edith González

Podemos evadir la realidad, pero no podemos evadir las consecuencias de evadir la realidad.
Ayn Rand.

Es quizás la pregunta que deberíamos hacernos ante los últimos acontecimientos y los primeros y los que ocurrieron antes que estos.

La respuesta debería llevarnos a pensar en nosotros los adultos, que hace mucho dejamos atrás esa etapa y ahora exigimos responsabilidad, orden, atención y más mucho más de los adolescentes, sin recordar cómo éramos: rebeldes, distraídos, irresponsables, casi irreverentes, poco escuchas de nuestros padres, lo que no era una conducta personal sino el comportamiento de quien se encuentra debatiéndose entre la posición cómoda de la niñez que debe dejar atrás y las obligaciones del adulto que aún no comprende bien, tratando de probar que son fuertes, y capaces

Nosotros esperamos que nuestros adolescentes, actúen, se comporten y hagan todo lo que tampoco cumplimos cuando fuimos adolescentes. Pero no debemos olvidar que estos adolescentes iniciándose en la juventud tienen maestros que pueden y deberían orientarles, siendo su tarea y responsabilidad tomando también en cuenta que pasan por lo menos una cuarta parte del día en un centro educativo. Y que es un proceso humano que se ha dado por siglos; el compartir la educación de los nuevos ciudadanos entre la familia y el Estado, representado por los centros educativos.

He conocido algunos adolescentes que ocultan los abusos de que son blanco en el establecimiento educativo, para evitar nuevas burlas ante la llamada de atención al grupo o a los acosadores por la llegada de sus padres y ante la falta de tacto de los docentes para tratar estos temas, mismos que deberían ser tratados desde un curso oficial de formación ciudadana en donde la empatía sea la base de las relaciones.

Sin embargo lo que más me sorprende no es el extremo de desesperación en que se han visto los adolescentes que han llegado incluso a quitarse su propia vida, sino la desvergüenza de los centros educativos que creen solucionar la situación expulsando a quienes se ven envueltos en problemas y… todo resuelto.

Y en el caso más reciente especialmente porque el adolescente estudiaba en un colegio de APDE que habla de «un proyecto original, para armonizar las intenciones y los esfuerzos de padres, profesores y alumnos en una tarea común que a todos enriquece y a todos beneficia». Y cuya salida fácil fue la de expulsar al estudiante por infringir el reglamento interno. Y enviar notas a los padres de los otros chicos. ¡Ah! Creerán que con ello restablecen la salud mental de todos los involucrados

Es momento de asumir responsabilidad ante las conductas de los estudiantes y trabajar con ellos para lograr empatía y asertividad en sus relaciones. Un trabajo que no puede circunscribirse a un par de pláticas, sino al desarrollo de un verdadero programa integral que permita sanar heridas en todos los involucrados. Lo que por supuesto corresponde al Ministerio de Educación, como le corresponde ahora dar respuesta a este estudiante y a sus padres, sobre la resolución para completar su ciclo escolar, poder graduarse y avanzar en su vida.

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