Eduardo Blandón

Noam Chomsky, en su libro titulado, ¿Quién domina el mundo?, dice que “Estados Unidos ha sido de lejos el primero entre desiguales y sigue siéndolo.  Continúa dictando en gran medida los términos del discurso global en un abanico de asuntos que van desde Israel-Palestina, Irán, Latinoamérica, la ‘guerra contra el terrorismo’, la organización económica, el derecho y la justicia internacionales, y otros semejantes, hasta problemas fundamentales para la supervivencia de la civilización, como la guerra nuclear y la destrucción del medio ambiente”.  Y aunque reconoce que su poder ha disminuido, queda el sentimiento de que su protagonismo es aún capital.

Quizá por ello la prensa mundial sigue atenta los acontecimientos diarios y sostiene el aliento en cada exabrupto del gobernante sin referente en la historia de los políticos norteamericanos.  Y aunque es plausible la hipótesis que sostiene que el establishment tiene en Donald Trump su enemigo jurado, es innegable que el halcón ha dado muestras de insensatez dignas de colección.

Hay que reiterarlo, aunque sin exageraciones, ni las fanfarronerías ni menos aún las decisiones tomadas por el gobierno de los Estados Unidos deben tomarse a la ligera.  Esto lo sabe bien un Monsieur Hollande, cuando reacciona molesto por la sugerencia de Trump de no visitar París debido a la inseguridad provocada, según él, por terroristas musulmanes.  Y lo comprende también la canciller alemana, Angela Merkel, al llamar a los socios europeos a cerrar filas contra las amenazas del recién electo presidente norteamericano.

Es evidente que debemos restar importancia a las poses egolátricas del ex showman, convertido ahora en la figura política más importante de los Estados Unidos.  No solo por la frivolidad en la que podríamos ser arrastrados, sino porque, como dice también Chomsky, ese país ya no es el todopoderoso de otros tiempos.  A partir de 1945, mucha agua ha corrido y hay una decadencia cada vez más palpable.

Chomsky lo dice así: “Con el inevitable declive, el poder de Washington queda hasta cierto punto compartido dentro del ‘Gobierno mundial de facto’ de los ‘amos del universo’, por usar los términos que utilizan los medios de comunicación para referirse a los poderes capitalistas dominantes (los países del G7) y las instituciones que estos controlan en la ‘nueva era imperial’, tales como el Fondo Monetario Internacional y las organizaciones internacionales que reglan el comercio”.

Eso no significa, como he dicho, que una visita a nuestro país del secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kelly, la tomemos a la ligera y no nos preparemos para dar respuesta a los ímpetus imperiales de ese país todavía poderoso del norte.

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