Dra. Ana Cristina Morales Modenesi

Leí un cuento, creo que era, de Las mil y una noches. Este me pareció interesante en la niñez. Sin embargo, sin duda alguna, mi comprensión en ese entonces fue escasa. Pero, de manera reciente relaté mis recuerdos de este a alguien, quien me proporcionó su visión sobre estos, y ello es lo que les comparto.

Era un genio, de esos que tienen poderes, y que algunas veces viven en botellas y lámparas mágicas. Aunque, este no. Él se había enamorado profundamente de una princesa y la robó de su palacio a su padre el rey. Pese a su gran poderío, los celos lo empequeñecían, lo atormentaban y perdía todo su tiempo en cuidar de que la princesa no escapara de sus aposentos, y no tuviera contacto alguno con alguien más.

Para tales menesteres, el genio pasaba postrado en la puerta principal de un árbol, un árbol que servía de vivienda para la doncella. Tenía una puerta principal con llave, que le sucedía otra, también con llave, y así varias más, con su llave respectiva. Pero el genio, de tanto aburrimiento, de cuando en cuando, se echaba su pestañazo. Lógico está, que era el momento propicio para que la joven raptada se sintiera en provecho.

Puerta por puerta, con llave tras llave, la princesa cruzaba, mientras el genio dormía. Y al salir de su cárcel, encontraba a jóvenes galanes con quienes entablaba amistad y a los cuales, les pedía como un recuerdo de su encuentro el anillo que portaban en su mano. La princesa llegó a acumular tantos anillos, que estos incrustaban la pared de su enredado albergue.

El genio nunca se dio cuenta. Y siguió siempre con su rutina.

El hombre a quien le conté el relato, me dijo: el genio no amaba a la princesa, la trató como una cosa, un mueble, una posesión. Él siendo poderoso dio muestras de su inferioridad al tratarla de esa manera. Si una mujer, en verdad, ama a su hombre, lo ama. Por lo que la desconfianza y los celos sobran. Y la puritísima verdad, es que, si una mujer quiere ser infiel, lo puede ser. Y para ello, no importan el número de puertas y cerrojos que tenga que abrir. Porque, si lo desea, lo será. Y en última instancia, el genio, desperdició su tiempo, que pudo emplear en creer y crecer. En cambio, a ello, se quedó estancado en la vida, siempre con zozobra, aburrido, y debe haberle crecido mucho la panza, sin hacer nada.

Así que, si uno ama -dijo esta persona- no debe pensar en poseer a alguien, la gente necesita sentirse libre, si se fijan en alguien más, eso no puede ser evitado, al igual, que si lo dejan a uno, lo dejan. Pero, yo no creo, que alguien pueda obligar a otra persona a que le ame. Eso, solo es el resultado, de la posibilidad interior de cada quien. Y si hay que desperdiciar el tiempo, viviendo con celos, viviendo en el sin hacer y aumentando la panza, que aburrida puede llegar a ser la existencia.

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