Adolfo Mazariegos

Sin lugar a dudas, uno de los temas que más acapararon la atención en los últimos días y que ha generado tanta polémica, ha sido el comentario del Presidente de la República (en un evento público y ante los medios de comunicación) con respecto a lo que él calificó de “rumores de golpe de Estado, bien fundamentados”, lo cual, no sólo ha dado la impresión de ser un comentario hecho a la ligera, sino que, además, abona a la percepción de lo que muchos han calificado desde hace más de un año como “una mala estrategia de comunicación”. En ese sentido, es preciso decir que si algo nos llega a manera de rumor, de ningún modo puede considerarse como algo que esté bien fundamentado; eso aplica en todas las instancias de la vida cotidiana y más aún en un asunto tan delicado como el aludido; en ese caso, lo prudente y sensato sería investigar y hacer las averiguaciones pertinentes que fundamenten dicha aseveración y no hacerlo público de una manera aparentemente tan irresponsable. Todos los gobiernos del mundo, incluido el de Guatemala obviamente, disponen de un cuerpo de inteligencia mediante el cual sería fácil rastrear, incluso, las llamadas telefónicas que el Presidente dijo haber estado recibiendo al respecto. Ahora, si aquello no es sólo un rumor y efectivamente se tiene bien fundamentado lo que se está diciendo, se debe hacer la denuncia correspondiente con todas las pruebas del caso para que de esa manera se actúe de acuerdo a la Ley en el marco de lo que para ello establece el ordenamiento jurídico del Estado. No hay que olvidar, asimismo, que la omisión de denuncia, y sobre todo en un asunto tan serio, también constituye un delito. Otra razón a considerar en situaciones como la descrita, que es a decir verdad, por donde pareciera ir la intencionalidad de la cuestión, es el hecho innegable de que históricamente las cortinas de humo han sido utilizadas para desviar la atención de otros temas o situaciones que puedan estarse dando al interior del Estado, y en Guatemala, de esas situaciones hay muchas actualmente. La llamada democracia guatemalteca evidentemente aún se encuentra en lo que pareciera ser un perenne período de consolidación, y ciertamente, precisamente por ello, dudo que en las actuales condiciones y circunstancias se dé un rompimiento constitucional como el que tanto se ha mencionado de manera especulativa en los últimos días, y que, dicho sea de paso, sería desastroso para el país desde cualquier punto de vista. La ley, sin embargo, contempla un par de posibilidades que en todo caso, no dudo que ya hayan sido consideradas en medio de este singular momento coyuntural. Guatemala atraviesa un momento político difícil, y confluyen en él varios elementos que en un momento dado podrían convertirse en punto de partida para cualquier fenómeno, incluso, sorpresas inesperadas de cualquier tipo; quién sabe… ¿Quo Vadis Guatemala?

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