El nivel de importancia que para los organismos del Estado tienen los migrantes se refleja con el bochornoso cambio de titulares en la Comisión Nacional de Atención al Migrante, Conamigua, donde las favoritas de un grupo de diputados se han impuesto contra viento y marea para disfrutar de los beneficios de dirigir dicha entidad.

Resulta que la señora Melanie Müller ha acreditado como su “experiencia” una carta de una abogada que dice que ha trabajado “pro bono”, término utilizado en Estados Unidos para mencionar que no genera cobro, a favor de los migrantes.

La verdad es que muchos que utilizan esas cartas, lo hacen para justificar sin respaldo actividades que en el sistema de Estados Unidos serían muy fácilmente demostrables. ¿Alguien cree que una gestión de una firma de abogados a favor de grupos migrantes durante tres años que se piden no va a quedar certificada en las cortes de migración o en las entidades del Departamento de Seguridad Nacional de aquel país?

Siendo que esa carta puede ser como las facturas de Fulanos y Menganos, sería bueno que se conociera si tuvo alguna actividad de activismo más allá de querer ser parte de la campaña proselitista a favor de Donald Trump, quien por cierto es el Presidente que se muestra como el más despectivo y racista para expresarse de los hispanos en Estados Unidos. Vaya cinismo ser su activista y luego presentarse como defensora de los migrantes.

Imaginen los lectores que hasta el diputado Giordano ha tenido el cuero de salir en defensa de la nueva funcionaria. Así será la calidad moral de quienes la han apoyado entre quienes se mencionan antiguos “amigos”, siendo cónsules antes que diputados, hasta los actuales miembros de dicha comisión que quieren utilizarla como su “juguete nuevo”.

Los migrantes, tristemente, se han convertido en el producto de exportación más rentable de un país que por medio de las políticas generadoras de abandono, pobreza, violencia, corrupción e impunidad, condenan a sus desesperados ciudadanos a dejar hasta las familias con tal de buscar oportunidades y seguridad, principalmente, en Estados Unidos.

Con sus remesas, nos mantienen económicamente mientras las autoridades ni siquiera logran definir políticas reales que demuestren la prioridad, respeto, admiración y agradecimiento que se les tiene que demostrar a diario por el esfuerzo y sacrificio que realizan por sus familias y que tanto beneficia al país.

Terminar premiando a la amiga del excónsul y ahora amiga de los otros diputados, no es la forma adecuada de darles ese respeto y agradecimiento que merecen. Es una ofensa que se debe revertir.

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