Ayer, como una aldea o ciudad del pasado, la capital de Guatemala colapsó por haberse planificado un evento a media semana en el Domo de la zona 13, lo que provocó que toda la jornada se convirtiera en una verdadera pesadilla en todo el sentido de la palabra.

Resulta que muchas personas quisieron culpar al evento del señor Maxwell, pero la verdad es que no puede ser que la ciudad que se presume como la “mejor de Centroamérica” y cuyo alcalde se engaña creyéndose de los mejores del mundo, no pueda ni administrar un evento religioso.

Y lo más triste es que no solamente es el tema del transporte que, por cierto, ya tendrá una demostración de que ha sido prioritario para las autoridades únicamente a la hora de partir el dinero en casos como el Transurbano o los fideicomisos que les pasarán factura a muchos políticos mañosos.

Más que eso, el caso de ayer muestra la “maldición para el futuro” porque en uno o dos años así serán todos los días hábiles por la falta de planificación y esta torpeza de lucir pasos a desnivel que construyen sus allegados con dinero que le sacan a los que tramitan licencias de construcción.

Resulta que lo que se notó ayer en falta de preparación y de capacidad de operación urbana, se vive todos los días con el servicio de agua potable en una “metrópoli” cuyos vecinos están obligados a tener plata para perforar pozos propios o a vivir con aire en las tuberías.

Qué decir del sistema de colectores que sigue siendo, por la gracia de Dios, únicamente aquel diseñado y ejecutado por Manuel Colom Argueta; si no es por ese aporte, no habría absolutamente nada de esa infraestructura.

Y de ese Colom, nos pasamos al otro, a aquel que junto a su tocayo Álvaro Arzú y con socios como Luis Gómez han demostrado que les interesa “trabajar” por la ciudad solo cuando hay “moco” de por medio.

En fin, que ayer más de algún capitalino debe haber maltratado la parentela de Maxwell mientras tendría que haberlo hecho con la propia por dejar que con mentiras tan baratas como lo de la Ciudad del Futuro nos sigan ofreciendo un desarrollo que no existe mientras se reelige a quien se cree superior hasta de la ley.

Cada sociedad tiene a los gobernantes que se merece, dice el dicho popular, a lo que pensamos que de verdad tenemos que ser muy malos como individuos y como comunidad para merecer esta “maldición permanente” que es más que Ciudad del Futuro, la condena de nuestro futuro.

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