Desde que los diputados empezaron a hacer la manipulación que los lleve a lo que han buscado para la discusión, redacción y aprobación de las Reformas Constitucionales al sector Justicia, quedó en evidencia que se había perdido esta batalla para transformar al país del pantano de impunidad en que nos quieren mantener.

Y es que es evidente que los diputados cumplieron con la primera medida el mismo día que inició la discusión en el pleno del Congreso de la República: Eliminaron las modificaciones al derecho de antejuicio con las que se buscaba poder investigar a quienes tuvieran dicho privilegio para poder sustentar mejor los casos en su contra. Recordemos que tenemos desde acusados de asesinato, ladrones, tráfico de influencias, etc., y muchos más casos que estarían ya en Corte si no fuera por la chamarra con la que se tapan.

Pero saliendo de esa barrera que era la prioritaria, se empezó la modificación al resto para que puedan seguir siendo los poderes paralelos los verdaderos reyes y autoridades en el Estado de Guatemala.

Tenemos que recordar que siempre hemos dicho que Guatemala es impune, injusta, excluyente, racista, etc., con tal de mantener la corrupción, adjudicaciones, contratos y todos aquellos beneficios que, monopolizados por un pequeño grupo, hace este sistema perfecto para ellos e imperfecto para el resto.

Actitudes como esta son las que nos impiden pensar que se ha entendido que es el momento de cambiar la forma de ejercer el poder público en Guatemala. Lo demuestra el hecho de que los diputados decidan ahora que la idoneidad, honradez y especialidad, sean eliminadas dentro de los requisitos para quienes participen en concursos públicos de oposición.

Puede ser que siendo palabras desconocidas para los diputados, por extrañas hayan preferido eliminarlas. La verdad es que si esas se aplicaran para determinar quién puede ejercer el trabajo de legislador, el pleno tendría que declararse desierto ya que es muy difícil encontrar un solo ejemplo que llene dichas categorías.

Las buenas intenciones que hayan tenido quienes desarrollaron la propuesta técnica, acaba con la lógica de un Congreso que es la parte final del sistema digestivo.

La sorpresa hubiera sido que, en una discusión política profunda, se enriqueciera el planteamiento técnico. Pero claro, eso es imposible cuando se le quería dar más independencia a las instituciones de justicia que son las que terminarán alcanzando a muchos de los talentosos legisladores.

Es una pena que se haya desperdiciado, nuevamente, una oportunidad histórica para cambiar el país. No se puede ser cómplice de estas reformas que garantizarán el sistema de impunidad.

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