Juan Jacobo Muñoz Lemus

-Dicen que soy un problema, y es cierto porque he hecho cosas que no debería. Mis papás no me entienden nunca y para ellos yo no sirvo para nada. De repente todo lo que hago es porque me quiero vengar de ellos, la mía debe ser una enfermedad de odio. Es que vivo con mucha rabia porque en mi casa todos son muy egoístas.

-Eso suena aparentemente lógico. El egocentrismo de los demás, puede ser que te impida sentir y que tengás que hacer cosas extremas para lograr tus sensaciones, aunque sea auto destruyéndote.

-Entonces tengo razón.

-No te precipités. Difícilmente una persona tenga un solo motivo para actuar. Pensá en otras posibilidades sin desechar ninguna. ¿Ya consideraste la locura y la estupidez?

-Eso me parece demasiado, pero no me siento en tales extremos.

-Bueno, menos mal; entonces hay que pensar que más puede hacer que una persona que no está loca y que no es tonta, se comporte erráticamente.

-No sé, cuando hago las cosas veo la atención de mi familia y me siento en control.

-El control da mucho poder y a este le sigue el sadismo. Pero lo que antecede a la ira es el miedo y la angustia. Si te lastiman en la calle te vas corriendo a tu casa a llorar, pero si te lastiman en tu casa no tenés a donde correr y se acumula la rabia.

-Sin duda, pero usted dijo que había que ver todas las opciones, ¿que se le ocurre?

-Tal vez en el fondo y de manera inconsciente, no querés ser independiente y fracasás para no avanzar y poder así justificar el seguir bajo la sombra de tu hogar. Solo es una idea.

-Pero no es mala ¿sabe? Reconozco que es demasiado lo que me equivoco y me hace sentido, porque la vida realmente me asusta. Pero eso me hace pensar en otra cosa. Mi familia siempre ha sido muy caótica. Eso es muy triste de decir y, se me ocurre que podría ser que yo, esto sí me parece algo loco; me he empeñado en ser lo peor de mi casa, para que los demás no se vean tan mal, porque de alguna forma los quiero.

-Interesante punto, especialmente si surge de la espontaneidad. Eso me lleva a pensar, si no habrá algún programa encaminado a que te quedés con tus padres y te toque ser quien los cuide en su vejez.

-Eso sería terrible, porque yo tengo una vida que vivir y explorar.

-De alguna forma estás evitando con sabotajes, esa vida que ahora mismo celebrás. Tener valores en la cabeza y aventarlos desordenadamente en la mesa no es funcional. Sería bueno decírselo a los que enseñan ética, o más bien la recitan. Dejá de recitarla.

-¿Y si todas las opciones fueran correctas?

-Puede ser que en algún punto haya un poco de eso. La incertidumbre siempre nos prueba que nunca sabemos que sucede. Pero si tu denominador común han sido tus padres, tal vez el error sea querer seguirte explicando siempre con ellos.

-Pero no los puedo negar, han estado siempre influyendo mi vida.

-Sería igual si tu vida fuera un éxito. Ellos no podrían ser toda la explicación. Liberalos, soltalos y si no querés que te traten como a una criatura, tenés que crecer.

-¿Qué debo hacer?

-Dejá de reivindicarte con reclamos a lo que creés que tenés derecho. Abrazá la soledad, atrévete a la nada; y si esto te parece incomprensible todavía; aprendé a ser tus propios padres y guía tus pasos sin buscar a quien culpar por tus fracasos. Perderías el tiempo y renunciarías a tu libertad.

-Qué difícil.

-Si fuera fácil todo el mundo lo haría. Pero se hace más difícil cuando se renuncia a volar.

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