Adolfo Mazariegos

Hace poco leí una entrevista que en diciembre pasado le realizó Jonathan Salazar al sociólogo guatemalteco Carlos Guzmán Böckler (Charla navideña con Guzmán Böckler, Diario La Hora, Suplemento Cultural del 23 de diciembre de 2016), una conversación en la que se aprecia a uno de los primeros académicos que, a su manera, trataron de ver y de entender a Guatemala desde la óptica de las ciencias sociales, algo que sin duda al estudioso le hizo convertirse en alguien tan admirado como incomprendido durante el transcurso de su carrera y de su vida, particularmente en una época en la que su pensamiento resultaba tan inaceptable y controversial para unos como para otros (proscrito por la extrema derecha y por la izquierda ortodoxa, lo cual resulta un hecho curioso por sí mismo). Nunca le conocí personalmente, y tampoco puedo decir que conozca a profundidad el conjunto de su obra y de su trabajo, pero es indiscutible que se ha constituido en un referente para el pensamiento sociológico guatemalteco en general y particularmente en el marco de esos intentos por llevar a cabo procesos de entendimiento de la realidad del país. Recuerdo el día aquél en que, por azares del destino, llegó a mis manos un maltrecho y subrayado ejemplar de bolsillo de la obra «Guatemala: una interpretación histórico-social» en la que Guzmán Böckler comparte autoría con el sociólogo francés Jean-Loup Herbert y que fue editada en México por Siglo XXI Editores (1970). El texto y la postura de los autores desde el momento en que lo leí por primera vez, me parecieron por demás interesantes y admirables, porque, independientemente de que se comparta o no la tesis que proponen, el libro deja caer sobre el tapete y de forma controversial, el tema de la cuestión étnica, cuestión que, a decir de respetados autores de actualidad, es algo insoslayable en la interpretación histórica, antropológica y sociológica de Guatemala. Hoy, poco antes de empezar a escribir estas líneas y en virtud de su reciente partida, me he puesto a leer acerca de él y de su trabajo, así como algunas opiniones y comentarios que me han permitido de algún modo refrescar las lecturas de aquél pequeño libro y comprender un poco mejor el particular pensamiento del autor de obras como (además de la ya mencionada) «Colonialismo y Revolución»; «Donde enmudecen las conciencias: crepúsculo y aurora de Guatemala» y «Para recuperar la iniciativa histórica: Guatemala antes y después de 1992». Debo decir que casi todos los comentarios que he escuchado o leído, coinciden en reconocer que su obra y sus palabras de tinta sobre papel, siguen siendo, aunque él ya no esté físicamente, de una lucidez y rotundez extraordinarias. Indiscutiblemente Carlos Guzmán Böckler ha hecho una gran contribución a las ciencias sociales de este país, y eso, tiene un valor que no se puede negar.

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