Cuando uno ve las actitudes de algunos de quienes administran los poderes del Estado, nota que ni siquiera ven las noticias de lo que está sucediendo en Guatemala, pues siguen actuando a favor de la impunidad sabiendo que las cárceles se están llenando de corruptos.

Patricia Valdés, la que usa su WhatsApp y Twitter para descubrir a quien apoya y a quien quiere hundir, la “seleccionada” por Blanca Stalling para ser quien impone su agenda en la Corte Suprema de Justicia, quedó evidenciada por la CC y por el Procurador de los Derechos Humanos como una persona que actúa de manera no adecuada.

Pero lo más serio es que forma parte de los señalados en el caso del magistrado Orellana que habría recibido su apartamento en la zona 14 para elegir a estos personajes en nombre del “Rey del Tenis”.

Por otro lado, el presidente Jimmy Morales y todos sus achichincles han hecho que en el Caso de Terminal de Contenedores Quetzal ya no quepa duda de que hay “algo” debajo de la mesa. Solo eso explica que se empecinen de tal manera con una ilegalidad que, encima de todo, los puede parar metiendo a la cárcel.

Se les ha cantado y se les ha dado hasta opciones adicionales. Pero es tal la terquedad que hasta a la Empresa Portuaria Quetzal han metido en el canasto que armó la Procuradora General de la Nación para impulsar ilícitos. ¿Qué les faltará para verse en el espejo de Otto Pérez, Baldetti y Allan Marroquín?

Los diputados van por manojo al mes, sumando la cantidad de antejuiciados y, aun así, tienen el cuero de seguir haciendo desplantes. Resulta que ahora el mandamás del partido de gobierno, Javier Hernández, hasta quiere lavarse las manos en el antejuicio contra la señora Stalling, diciendo que siente que el caso contra un diputado sospechoso de matar a dos periodistas es para chantajear al pleno.

Evidentemente los diputados ya se dieron cuenta que la condena social no llega a tanto como para forzar a una depuración que es lo único a lo que verdaderamente se le podría ver cara en estos momentos.

Y en todos estos casos, habrá que aceptar que dependerá de dos factores: De la persecución que MP y CICIG mantengan para seguir derribando muros de los que hoy se creen intocables y de una sociedad que urgentemente debería demostrar qué tanto queremos cambiar de verdad. A la fecha, la sociedad está en deuda y por eso siguen haciendo lo que quieren. Ojalá paguen con la cárcel los corruptos.

Artículo anteriorDebemos encontrar la salida
Artículo siguienteDemandan a Wells Fargo por negar créditos a inmigrantes