Alfredo Saavedra

La prohibición de entrada a los viajeros provenientes de los países musulmanes, en ejecución el sábado, por decreto del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, promovió protestas públicas en varias ciudades de ese país, Canadá y Europa, con la desaprobación de los líderes de Gobierno de las naciones que repudian la medida del recién inaugurado gobernante, en un consenso de analistas políticos de respetable credibilidad, que pronostican que el gobernante está en camino de buscar su inminente tumbamiento del poder.

Con las masivas manifestaciones en las ciudades de Nueva York, Atlanta, Chicago y Los Ángeles, entre otras, el sábado, se produce una suma y sigue de demostraciones que se dan de forma tan imponente en la nación norteamericana, contando con la realizada ya por las mujeres, hace dos semanas, en un evento que estremeció al mundo, todo parece indicar que en su carrera por consumar sus amenazas durante la campaña electoral, se traducirá en la materialización del impeachment, o sea un proceso para retirarlo del poder, lo cual significará que tendrá que dejar la Casa Blancas, que según noticias ya empezó a evacuar, tal vez con el presentimiento de que le van a poner las valijas en la puerta.

La semana pasada se caracterizó por emitir varias “leyes” que configuraron su agenda de promesas durante su campaña y otras que se escondió en la manga. Relevantes por oprobiosas son la restauración de la tortura y las deportaciones masivas, aumentadas a las de por sí efectuadas por el expresidente Obama. El repudio a la tortura fue manifiesto por declaraciones, incluso, de representantes de su Partido Republicano, entre ellos John MacCay, excandidato a la presidencia. Quien estará feliz con la medida de Trump, será el exvicepresidente en la administración de Bush hijo, el sórdido Dick Cheney, quien gozaba hasta la magnitud del orgasmo, con el procedimiento de inmersión de la cabeza en agua, a los prisioneros, hasta el punto de la asfixia. Pero  ese siniestro individuo ya se ganó de sobra su entrada al infierno.

En cuanto a las deportaciones, es significativo que en uno de sus editoriales, el importante New York Times señala sobre lo inoperante de indiscriminar ese procedimiento, habida cuenta que sería afectada una población de diez millones de habitantes en el país, incluyendo familias mixtas con ciudadanos estadounidenses que han formado familia con indocumentados. Es valioso el análisis de ese editorial porque puntualiza la serie de mentiras que fundamentan el discurso demagógico de Trump.

Donald (no el pato), sino el presidente, además de mentiroso, es ignorante en materia política, abusador de mujeres, tramposo y en su rol de presidente, muy peligroso. El recurso de los botones nucleares en manos del presidente, aunque parece una metáfora porque es de suponer que están bajo la responsabilidad del mando militar, si llegase a ser cierto que están en un tablero en el escritorio presidencial, Trump, por su condición de orate sin remedio puede jugar con ellos y hacer trizas al planeta. ¡Que Dios nos coja confesados!

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