Las marchas de “mujeres”, realmente fue convocada por ellas pero atendieron muchos hombres de todas las edades, ha demostrado de manera contundente que no ganó la elección Donald Trump, sino que el desencanto de las masas que permitieron con su ausencia en las urnas que el candidato republicano con menos votos en las últimas tres elecciones, finalmente derrotara a los demócratas.

Los conservadores radicales han querido limitar la millonaria presencia en las marchas del sábado a una política “feminista favorable al aborto”. La verdad es que aun cuando existió presencia de movimientos que fomentan tanto la libre escogencia de las mujeres como la defensa del derecho a la vida, la amplia mayoría fue de rechazo a la intolerancia y para enviarle un mensaje claro a la nueva administración del magnate estadounidense: Usted ganó la elección, pero no controla nuestro futuro. Por cierto, mientras tanto, Trump y su gente se centran en querer falsear que llegó más gente a verlo tomar posesión cuándo las fotografías demuestran la raquítica asistencia comparada con la toma de posesión de Barack Obama. Una obsesión egocéntrica.

La demostración recordó que el poder está en el pueblo y que, así como fue legal el triunfo de Trump, es real que la voluntad popular lo repudia en mayoría exigiendo que se le escrudiñe y audite en sus decisiones políticas, en sus expresiones (muchas veces ofensivas y/o falsas) y en la forma de utilizar la institucionalidad ante el riesgo de privilegiar negocios y algunos defectos que ha demostrado ya, sobre los intereses de Estados Unidos.

La revisión, por ejemplo, el Tratado de Libre Comercio, CAFTA, podría tener un trasfondo empresarial. Asimismo, analistas dicen que al ser el primer presidente que no entrega su declaración de impuestos, se cae en el riesgo de no conocer a quién le adeuda o con quien se beneficia en sus millonarios negocios y que podría beneficiarlos desde las oficinas del gobierno Federal.

Lo más importante de todo, es que estamos ante una situación sin precedente en la que se observa que la ciudadanía está prestando atención. Muchos dicen que la elección “ya pasó y tuvieron su oportunidad de votar”. Es cierto. Pero también sigue siendo un derecho y obligación del ciudadano realizar la auditoría sobre las autoridades recién electas, con mayor urgencia, cuando las evidencias plantean tantos riesgos en el futuro cercano.

Nunca se había realizado una manifestación tan masiva y pacífica en contra de la forma de ser de una persona. Nunca se había enviado un mensaje tan claro aunque, por supuesto, no será atendido.

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