Pedro Pablo Marroquín Pérez
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En el mismo tono de muchos comentarios en redes sociales por medio de los cuales se excusaba la conducta de los familiares del presidente Jimmy Morales, su hijo, José Manuel Morales Marroquín dijo ayer antes de finalizar la audiencia en la que lo sindicaron a él, su exsuegro y su tío Sammy Morales por fraude, que debemos ser realistas y que como eso de prestar facturas es parte de la informalidad en la que vivimos, él no vio gravedad en sus actos.

Fue tal el shock ante su declaración, que la misma jueza le preguntó que dónde había oído y aprendido eso, y le preguntó si su tío o el amigo de su papá, el Fulano y Mengano, nunca le dijeron que eso no se debía hacer a lo que contestó “no recuerdo”.

Y es que eso que dijo el hijo del presidente Jimmy Morales resume una conducta social tan enraizada en nuestro medio porque con frecuencia estamos viendo cómo minimizamos los actos fuera de la ley, a menudo andamos buscando como excusar lo que pasa y con asiduidad esgrimimos que como no todos los que hacen algo malo pagan las consecuencias, casi que es mejor que nadie las pague.

Todos hemos cometido errores en la vida, pero lo que no podemos es terminar viendo “normal” lo que no lo es. Sí, uno de los grandes problemas de Guatemala es la informalidad, pero esa no se resuelve consiguiendo quien emita facturas por otro y más cuando se emitirán por servicios no prestados, es decir, inventados para cobrar un dinero que no se debe.

Pero el problema de esto va más allá de un caso, de una persona o de una familia. Es triste detenerse y darse cuenta que tanto en el Ejecutivo, como en el Legislativo y no digamos en el Judicial, tenemos ejemplos de por qué Guatemala es lo que es y que los motivos para procurar un pacto de impunidad eran reales ya sea para preservar negocios o pretender blindar a los miembros de la familia. Lo malo de eso es que dentro de la misma sociedad hay fuertes corrientes que encuentran justificación para todo (por indiferencia o complicidad) y eso explica mucho de la actitud ciudadana y de por qué seguimos siendo la Guatemala que deseamos cambiar.

Por situaciones como las que ahora pasan los políticos en general, y sus socios de negocios en el otro lado de la isla, es que desde hace años se ha venido realizando un esfuerzo integral por cooptar todo, por financiar campañas, por controlar la justicia, por regalar apartamentos para que lleguen los jueces que se necesitan y por eso Blanca Stalling se dio a la tarea de copar la defensa pública penal porque con eso podía aumentar sus tentáculos dentro del sistema.

Pero lo más grave es que todo esto lo vemos con total normalidad como si fuera parte del paisaje. Ya vemos tan normal convivir con que maten a alguien porque desarrollamos la capacidad para acoplarnos, no escandalizarnos y ver como normal algo que no lo es. Por eso es que el hecho que alguien haya ayudado para que se embolsaran miles (no millones por ahora) ya lo vemos como poca cosa y acusarlos como un acto de injusticia.

Esa cultura definitivamente es la que nos tiene sumidos en este subdesarrollo crónico y lo peor de todo es que con esa mentalidad de que todo es “normal” no tenemos salida porque vemos normal vivir rodeados de pobres, vemos normal que la gente se muera de hambre, vemos normal que los hospitales sean una calamidad, que el transporte sea una vergüenza, que se roben el dinero de la gente, y vemos normal que alguien nos diga “que ahora lo complicaron todo porque por cualquier cosa te agarran”.

Entiendo que el hijo del Presidente y muchos más lo vean tan normal, pero como bien dijo la jueza, vale la pena preguntarnos ¿dónde y en qué momento se aprendió eso?

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