Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Ayer en el programa de Felipe Valenzuela, Mario Taracena se echó una como la de los periodistas de Canal Antigua (Grupo A), es decir, declaró algo cuando ya no le quedaba de otra por el despecho que le generó su derrota en el Congreso a manos del mismo Jimmy Morales, FCN-Nación y los otros aliados en el pacto de la impunidad (incluidos los de la junta saliente que se quedan en la de Oscar Chinchilla de Canela-CREO).

Taracena tiene muchos años en el Congreso y fue presidente durante todo un año como para haber hecho esta denuncia desde un inicio y ser el líder del proceso de depuración; pero no lo podía hacer porque él es también la cara de los depurables y se limitó a cambios cosméticos para “que la CICIG no chingue” dejando que pudieran seguir los negocios pero de manera “controlada”.

Hay gente que me ha dicho que al criticar a Taracena estoy a favor de los otros mafiosos y siempre he dado la misma respuesta, estar en contra del actuar de Taracena jamás será estar a favor de los otros mafiosos que manejan el Congreso; nadie se salva porque no se puede ser parte de una clica y pretender luego darse baños de pureza cuando alguien de la mara toma más poder.

Quien quiera marcar la diferencia desde adentro debe atreverse a destapar la porquería, aunque todos sabemos que eso conlleva riesgos. pérdida de privilegios y los negocios que van aparejados al cargo de diputado y es ahí donde yo he creído que cambiar las cosas desde adentro es imposible porque el sistema termina cooptando hasta aquellos que llegan con la mejor de las intenciones.

Si Guatemala tendrá algún futuro, el mismo pasa obligadamente por el camino de la depuración de los tres poderes, pero empezando por el Congreso de la República y eso debe ser de forma judicial porque hay mucho diputado metido en transes….. Desde el jueves decía yo que no debemos perder de vista nada, pero tampoco podemos quitar un segundo el ojo del Congreso porque desde ese organismo se fraguan las “movidas” para que todo siga igual y eso es matar el futuro del país y nuestra gente.

El pacto de impunidad forzará a muchos a darse baños de pureza de lo que es obvio, pero no nos debemos dejar engañar. No se vale ponerse piel de oveja cuando se ha sido parte de la fiesta nutrida con fondos que debieron servir para la educación, la salud y el futuro de la gente.

Depurar debe ser el primer paso si es en serio eso de que deseamos un nuevo país, un nuevo orden y sobre esa idea de depuración del Estado es que debemos empezar a alcanzar acuerdos. Nunca faltarán los que dirán que es muy riesgoso, que quizá puede ser contra la ley, que es mejor ir pasito a pasito pero dejémonos de babosadas, eso nos lo dirán todos aquellos que no quieren cambios porque le sacan raja al sistema.

Empieza un nuevo año y empieza una nueva oportunidad para meditar, pero mi postura es clara, si queremos tener futuro debemos depurar al Estado (más allá de todo lo que tiene que ver con el Partido Patriota) y debemos vernos para adentro para también depurar lo que no estemos haciendo bien.

Empieza el momento definitivo de la historia en el que construiremos la nueva Guatemala o ratificaremos la del pasado, edificada sobre las bases de marginación, pobreza, corrupción y muchos otros males.
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