Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Lo natural es que en estas horas postreras del año uno piense más en los acontecimientos ocurridos a lo largo de los 12 meses y los medios de comunicación hacemos reseñas de los sucesos y personalidades que destacaron. Evidentemente en el caso de Guatemala lo que tiene que destacarse es el desperdicio de la oportunidad que gracias a la CICIG y el Ministerio Público tuvimos para darle cara vuelta al país, luchando contra la impunidad y la corrupción que son los vicios que lastran cualquier idea de verdadero desarrollo. Y digo idea porque aquí no existen ni han existido políticas que apunten a ese objetivo ya que históricamente los que llegan al poder solo piensan en hartarse con los recursos públicos para su beneficio y provecho.

Por ello es que ahora yo tengo la vista puesta en el futuro porque poco ganamos con relamernos las heridas sobre lo que dejamos de hacer, luego de que los electores pusieron su confianza en un desconocido cuyo único mérito fue no ser reconocido ladrón, como los demás, pero sin certezas ni constancias de que en realidad fuera alguien distinto y decente. Los hechos y el tiempo están demostrando la garrafal metida de pata de esos guatemaltecos que creyeron que estaban eligiendo algo diferente, porque el comediante resultó un defensor a ultranza de las mañas del sistema.

Lo cierto es que no podemos seguir perdiendo tiempo para dejar que los pícaros se vayan reacomodando luego de la batida que se produjo contra ellos en los meses pasados. Y tampoco debemos dejar que las instancias de investigación y persecución penal se vayan conformando con lo hecho, sobre todo porque las baterías se cargaron y dirigieron únicamente al Partido Patriota, olvidando tanto a los pícaros del gobierno anterior al de Pérez y a los pícaros evidentemente especializados en conseguir facturas falsas con cualquier fulano o mengano. Ayer el hermano del Presidente se atrevió a vaticinar que en su caso saldrá bien librado, como si ya tuviera algún arreglo con los poderes que han dado la guerra a la corrupción.

Cada minuto perdido es un minuto que aprovechan al máximo los sinvergüenzas para fortalecerse y preparar las trincheras desde las que ya están lanzando duros ataques contra cualquiera que trate de recordar el compromiso ciudadano de luchar contra la impunidad y la corrupción. Para que hasta un político mediocre como el que nos gobierna haya tenido la capacidad de armar una entente como la de Santo Tomás para cooptar nuevamente a todo el Estado, primero debió ocurrir ese retroceso de los guatemaltecos para declinar en su compromiso por la articulación de un sistema diferente.

Y como el tal Sammy, confiado en su futuro, están también los presos del Mariscal Zavala que saben que no por gusto armaron un sistema de justicia a su medida y que no por gusto hay un Congreso a la orden para repudiar lo que hacen Velásquez y Aldana. La confianza de ellos es resultado de la incapacidad de nosotros, los ciudadanos para armar algo distinto y en eso es que debemos concentrarnos a partir del lunes.

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