Félix Loarca Guzmán

La víspera de la Navidad debería ser una época de paz y de meditación espiritual, pero en la realidad de nuestro medio, lo que vemos en abundancia es todo lo contrario.

Lo que sobresale es un marco de violencia, de creciente temor por el aumento de robos, asaltos y demás acciones de la delincuencia que, literalmente agobian a la población guatemalteca.

Estos días también se caracterizan por los desesperantes congestionamientos de tránsito, la proliferación de convivios en los centros de trabajo, entre vecinos o entre grupos de amigos, en los cuales abundan la comida y los licores.

Muchos de los participantes en estos convivios, olvidan los riesgos a los que se exponen y sin mayor reflexión luego de haber tomado algunas copas de licor, se ponen al frente del volante de sus vehículos, sin medir el riesgo de sufrir algún accidente de tránsito con graves consecuencias para su integridad física y la de otras personas.

En años anteriores, el período previo a las fiestas de Navidad se caracterizó por lamentables tragedias viales, en las que muchos de los protagonistas perdieron la vida o quedaron incapacitados por alguna lesión en la columna vertebral o en otra parte de su organismo.

Sin duda, es una tremenda equivocación el celebrar con licor el nacimiento del Niño Dios que se produjo en un modesto pesebre de Belén. Esa no es una forma adecuada de conmemorar ese extraordinario acontecimiento histórico, como fue el advenimiento del Hijo de Dios. La forma de agradar al Creador es vivir en un ambiente de paz, sin hacer daño a los demás y absteniéndose de ingerir bebidas embriagantes.

Los días previos a la Navidad deben ser propicios para brindar amor a nuestros semejantes, difundiendo a los cuatro vientos el mensaje Santo de “Amaos los unos a los otros”, sentando las bases de una verdadera reconciliación para desterrar la violencia y el egoísmo. Y en cambio, dar la bienvenida a una atmósfera de unidad y respeto hacia los demás.

Ingerir licor en estas fiestas no solo es un error, sino un derroche de dinero que luego hará falta para hacer frente a los gastos de la cuesta de enero. Hay que celebrar la Navidad, pero en un ambiente de sobriedad y de esperanza por un futuro mejor.

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