Claudia Escobar. PhD.
claudiaescobarm@alumni.harvard.edu

La 17 Conferencia Internacional contra la Corrupción (17IACC) celebrada en la Ciudad de Panamá fue el escenario para que se reunieran los más tenaces adversarios contra la corrupción y compartieran sus experiencias. También fue la oportunidad para que los ciudadanos comprometidos pudieran soñar juntos por un mundo mejor, donde la justicia sea la norma y no la excepción; en el que se privilegie la equidad, la seguridad y la confianza. Bajo el lema “Time for Justice” durante 4 días se presentaron estrategias y proyectos que en distintas partes del mundo buscan atacar la corrupción en gran escala, el mal que atenta contra el desarrollo de distintas naciones.

La corrupción es una plaga que no respeta fronteras y ataca a todos los países del mundo sin excepción; grandes, medianos o pequeños. La diferencia radica en la fortaleza de las instituciones de justicia para defenderse de ese mal, el compromiso de sus funcionarios y la valentía que tengan los ciudadanos para denunciar los hechos.

Es sorprendente ver cómo lugares tan distintos entre sí como Ucrania, Filipinas, Sierra Leona y Guatemala tienen los mismos desafíos respecto a la construcción de un mejor Sistema de Justicia que les permita enfrentarse contra la corrupción. Sin embargo, es esperanzador conocer sobre la responsabilidad con la que los ciudadanos luchan por un mejor país. Además es motivador conocer a funcionarios públicos que asumen su cargo con responsabilidad y transforman la realidad de sus países, como es el caso de la ex procuradora de los Derechos Humanos de Sudáfrica Thuli Mandosela, quien a pesar de haber sido nombrada por el presidente de su país, se atrevió a señalar sus excesos en la compra de bienes.

También en América Latina hay ejemplos dignos de imitar. Como el de los fiscales y jueces brasileños del caso más grande de corrupción en dicho país conocido como “Operación Lava Jato”. Otro caso que resalta que cuando hay voluntad las cosas pueden cambiar, es el compromiso que asumieron los chilenos ante los escándalos que involucraban a su clase política y se refleja en su Comisión Anticorrupción; la cual ha sido capaz de impulsar exitosos cambios administrativos y legislativos en asuntos de conflicto de interés, tráfico de influencias y corrupción, además del financiamiento de campañas políticas.

Durante el foro nuestro país brilló por los avances que ha realizado en la lucha contra la corrupción. Otras naciones desearían contar con el apoyo de una misión de Naciones Unidas como la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), para enfrentarse contra la corrupción. Sin embargo es necesario que tengamos presente que esos avances no implican que la lucha contra la corrupción este ganada, como expresó de forma clara y contundente el Comisionado Iván Velásquez: “En Guatemala no se ha acabado la corrupción, ni se ha terminado la impunidad, aún existe un 98% de impunidad”, resaltando que es importante que los ciudadanos sigan luchando y manifestando su rechazo a la corrupción.

En este contexto no podemos olvidar que para reducir la impunidad se debe transformar el Organismo Judicial y garantizar la independencia de los jueces; fortalecer su gestión administrativa y brindar al Sistema de Justicia los recursos necesarios para que haga su labor de forma eficiente. Todo lo anterior pasa por una reforma constitucional que es necesario respaldar para que las cosas no regresen al estado en que antes estaban y podamos avanzar en la construcción de un mejor país.

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