Fernando Mollinedo C.

Cuando vemos la serie de actos delictivos cometidos por personas que en el ejercicio de sus cargos se desempeñan como empleados y funcionarios del Gobierno de Guatemala, pensamos que dicha costumbre será muy pero muy difícil de erradicar.

La pobreza económica generalizada de la población guatemalteca urbana y rural, desde hace muchísimos años alcanza cifras mayoritarias en cuanto al desarrollo personal; es decir, la mayoría de la población no tiene la oportunidad de lograr un desarrollo integral como persona, pues las limitantes económicas y sociales se lo impiden.

Hasta hace unos pocos años solo era necesario haber cursado la educación primaria para tener acceso a un empleo gubernamental, ahora se debe estudiar por lo menos la media; esto hace que el promedio académico de la mayoría de burócratas estatales sea de un bachillerato, magisterio o perito contador, por tanto, no se le puede pedir peras al olmo en cuestión de cultura y preparación.

La continua oferta de mercado de educación universitaria en Guatemala está a la orden del día, todas ofrecen lo mejor de sí para graduar a quien se ponga enfrente; lo anterior devino en una superpoblación de “profesionales” incapaces y con falta de madurez académica. Por supuesto, toda regla tiene su excepción.

La pobreza en que se vive tiene a Guatemala en el SEGUNDO LUGAR MUNDIAL EN VIOLENCIA y ANALFABETISMO, antipreseas que por la incultura, falta de educación, ignorancia, estupidez, codicia, ambición, avaricia, analfabetismo político, mezquindad y deseo de ascenso social vertical inmediato; los gobernantes han hecho y dejado de hacer todos aquellos actos que representarían para la población una mejor calidad de vida.

Estas personas, hombres y mujeres, líderes políticos y sus adláteres: testaferros, financistas de campaña, comerciantes guatemaltecos, siervos de empresas transnacionales y súbditos de rancios criollos, se convirtieron en vulgares ladrones, estafadores, timadores y cuanto epíteto que logre identificarlos y calificarlos como unos verdaderos traidores a los principios éticos de la verdadera labor gubernamental.

Por eso estamos como estamos con jueces corruptos, diputados mercaderes, funcionarios y empleados superladrones, policías delincuentes, alcaldes ladrones que disponen de grandes cantidades del erario nacional supuestamente para inversión social y también los diplomáticos transeros aupados por la impunidad que les genera su inmunidad transitoria.

SEGUNDO LUGAR MUNDIAL EN VIOLENCIA y ANALFABETISMO. Qué vergüenza y pobreza más maldita la que nos heredaron toda esa caterva de hijos de sus inocentes progenitoras quienes también tienen alguna responsabilidad social por no inculcarles a sus vástagos los principios primarios de honradez, decencia, pudor, decoro, dignidad y honestidad, entre otros.

MADRE HE AHÍ A TUS HIJOS: criminales a quienes no les importó la vida de millones de seres humanos hueveándose el dinero para los hospitales, educación, infraestructura y programas alimentarios dándoles frijol envenenado con gorgojos e insecticidas. ¡Ah! Qué hijos… Dios, Alá, Krishna, Mahoma o cualquiera de todas las deidades deberían tenerlos en “su gloria”.

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