Juan José Narciso Chúa

En un momento en que ocurren tantos sucesos marcados por la irracionalidad a nivel mundial, uno se pone a pensar que la situación apunta a un desastre total y que tal vez el análisis demanda otras pautas, otras sendas, otros espacios para la reflexión, pero la verdad es que el espíritu de lucha sufre mucho, pues dentro de una línea reformista, uno busca, intenta, plantea, estudia, pero todo el análisis se resquebraja ante sucesos como los que han ocurrido últimamente, con lo cual la preocupación lo absorbe y no es para menos.

Álvaro Vargas Llosa en su artículo del domingo en elPeriódico titulado La decadencia de occidente, plantea: «el ímpetu que ha permitido a Trump ganar… pese a la oposición de casi toda la prensa y la clase más democrática y pensante, muestran que en él hay algo más que un simple demagogo elemental y desinformado: la pasión contagiosa de los grandes hechiceros políticos de ideas simples y fijas que arrastran masas, …y que ensimisman a sus pueblos». No citó acá Vargas Llosa que sociedades enteras como la mexicana estaban contra él, pues los había insultado, las mujeres a quienes presenta como objeto sexual, también atacó a los latinos, musulmanes y chinos. Pero la irracionalidad sumada a una mala contendiente por el lado democrática, se impuso.

Trump aludió en su discurso del odio, a aquel sentimiento profundo de racismo, misoginia, xenofobia que muchos ciudadanos americanos llevan muy dentro y los llevó a esta indescifrable decisión.

En el Reino Unido, también fuera de toda posibilidad, el pueblo votó a favor del Brexit (una combinación de palabras que significa Britain exit), con lo cual la Unión Europea sufrió un duro golpe, pues uno de sus mejores aliados tomaba distancia de ese enorme y costoso esfuerzo integracionista, impulsados por el exalcalde de Londres Boris Johnson, en contra del ex primer ministro David Cameron, y con todo el impulso del Partido Conservador, consiguieron ganar el referéndum y salir de la Unión Europea, un golpe en el cual el propio Reino Unido, sale golpeado, pues países como Escocia ya han planteado salirse del Reino Unido. El Reino Unido y sus sociedades quedan fuera de un espacio geográfico que lo componen 27 países más. La irracionalidad nuevamente se impone.

En Colombia, una sociedad sumamente afectada por la presencia por varias décadas de una de las guerrillas de mayor presencia en el continente americano, a lo cual se sumaba una serie de factores que contaminaban la lucha de las FARC, pues la misma se vinculaba a la producción de coca, a la lucha de paramilitares que abusaban de su condición, se plantea una propuesta de negociación para alcanzar la paz, impulsada por un gobernante visionario y estadista, así como valiente para romper con Uribe, su supuesto padrino político. Se realizan negociaciones en el marco de La Habana durante 4 años, para que dichos acuerdos sean refrendados en una consulta popular por el pueblo colombiano y con Uribe a la cabeza en contra de los acuerdos, se impone el No, letal, doloroso, increíble. Otra vez, la irracionalidad se impone, en contra de la sociedad civilizada y pensante.

En una sociedad más pequeña y desigual, un pueblo se lanza a las calles preso de la indignación y del hartazgo de recurrentes gobiernos chambones, corruptos y sosos, buscando en la protesta popular, enarbolar la bandera de una verdadera transformación y se obtienen ciertos logros inéditos en la historia política del país y aún más, civilizadamente. Pero se atraviesan las elecciones en medio de una movilización social que apuntaba a mucho más, se rearticulan los grupos de poder, se construyen alianzas alrededor de un partido desconocido y un candidato comediante y el pueblo vota en contra de la vieja «clase política»; sin embargo, Jonatán Lemus, se pregunta que si estas movilizaciones representaron una transformación de la política guatemalteca y él mismo se responde: «Lamentablemente estos 11 meses del 2016, han demostrado que ninguno de estos cambios por sí solos ha sido suficiente».

El día lunes, los diputados probablemente los más nefastos en la historia del Congreso de la República, urdieron toda una conspiración para evitar que se mejorara el instrumento del antejuicio, así como sacaron todo su racismo que llevan dentro para evitar que se aprobara la reforma que incluía el Pluralismo Jurídico, seguramente hoy cuando escribo esta nota, ya habrán terminado también con el Consejo Nacional de la Justicia, para dejar el planteamiento de la reforma en el vacío. Se repite entonces, la irracionalidad nos golpea en la cara y además se ríe de nosotros.

Mucha razón tiene mi colega Jorge Mario Rodríguez, otro Sheca de corazón, plantea en su artículo de la Necesidad de Espiritualidad Ciudadana que: «El retorno de la oscuridad política plantea la necesidad de una reflexión política profunda que llegue hasta la realidad espiritual de la ciudadanía… debemos aclararnos no solo la crisis de racionalidad hace posible que los procesos políticos del mundo se encaminen al más fatal despeñadero, sino también que el caos engulla la vida nacional».

La situación se empeora y la irracionalidad se envalentona. En la ciudadanía se encuentra la alternativa para balancear este terrible momento en que la racionalidad no alcanza a comprender.

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