Desde que se inició el debate sobre los Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de Seguridad en Guatemala, la posterior discusión sobre la necesidad o no de pedir el establecimiento de la CICIG y ahora, durante su funcionamiento, algunas voces insisten en que “es un trabajo que deberíamos hacer los guatemaltecos” y que esa injerencia es vergüenza para el país.

Quienes han utilizado ese argumento lo hacen de manera casi retadora y como que tuvieran la verdadera disposición de dar un paso al frente para ser ellos quienes encabecen la lucha contra las estructuras criminales de narcotráfico, corrupción, ejecución y demás tipos de delitos que el ente internacional, junto al Ministerio Público de Guatemala, ha desarticulado.

Pues ayer en la entrega del noveno Informe de Labores, el comisionado Iván Velásquez dijo que ni siquiera estamos cerca de derrotar a las estructuras de poder paralelo que han sometido al Estado, sino que estas se han reagrupado, reforzado y atacarán con energía ante los avances que la ley y la justicia han tenido en el país.

Dijo el Comisionado que para que se pueda lograr derrotar a esos poderosos grupos que han secuestrado la institucionalidad del Estado y que saquean, atemorizan y dominan a la sociedad guatemalteca, es necesario que esa misma ciudadanía sea la que asuma el rol de obligarles a replegarse, a eliminar sus malas prácticas y a establecer el Estado de Derecho como tal.

Y no solamente tiene razón Velásquez al darnos el consejo, sino que es un llamado de atención para una sociedad que cree que con haber ido algunas veces a la plaza se cumplió con el objetivo de transformar el país.

Debemos dejar de escandalizarnos por el nivel de casos que se pueden llevar porque está claro que cuando la ley trabaja, no hay “intocables” en Guatemala. Sin embargo, sí tenemos que escandalizarnos de no haber podido cambiar a ese sistema que alberga en los tres poderes del Estado y en sus entidades, la corrupción como práctica cotidiana.

De igual manera, tenemos que ser ciudadanos más comprometidos con las buenas prácticas para tener la solvencia de retar a los poderes paralelos en lugar de sentirnos intimidados cuando se impone la justicia.

Ayer debe haber sido un día de reflexión para muchos y por ello queremos resaltar que es la oportunidad de todos los que han dicho que “los guatemaltecos podemos” para que demuestren que de verdad entienden el rol de las mafias y deciden enfrentarlas. La otra opción es que sean parte de ellas y que por eso quieran entorpecer la lucha contra la impunidad.

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