María José Cabrera Cifuentes
mjcabreracifuentes@gmail.com
La violencia vista desde cualquier perspectiva y conferida hacia cualquier ser humano es una realidad deplorable. El estar sumidos en una sociedad violenta nos ha hecho ver como normales cosas que no lo son, volvernos un tanto insensibles y restarle importancia. Hoy quiero dedicar este espacio a abordar específicamente a aquella en contra de las mujeres, con motivo del Día Internacional de la Eliminación a la Violencia Contra las Mujeres que será conmemorado este 25 de noviembre.
A pesar de siempre haber estado en contra de ese tipo de distinciones, en mi lucha contra el que mis ideas se vuelvan cadenas me he sensibilizado y vuelto un poco más consciente de que este tipo de conmemoraciones son a veces necesarias, en este caso debido a los altos niveles de violencia a la que muchas mujeres estamos expuestas y que resulta en un mal inconmensurable no solo para nosotras sino para toda la sociedad.
Este tipo de violencia es particularmente peligroso porque además de ponernos en peligro, al ser nosotras quienes con más frecuencia criamos a las nuevas generaciones, transmitimos inconscientemente las secuelas del daño psicológico y emocional que la violencia irreparablemente implica, replicando así aquello que repudiamos y condenando a estas a una realidad igual.
Es una creencia generalizada que la violencia se da únicamente en aquellos estratos económicos más bajos, que las víctimas son aquellas con menor escolaridad y nada está más alejado de la realidad. Mi experiencia me ha mostrado que aquellas mujeres que han tenido más oportunidades en la vida son quizá igual de violentadas, pero las menos conscientes de dicha realidad, pues nos han enseñado a ser tan “cabronas” que la negación resulta una opción más cómoda que afrontarlo.
Debemos ser cautas y recordar que la violencia no se reduce a los golpes o a las expresiones físicas. La violencia psicológica, emocional, económica, sexual, entre otras deja cicatrices invisibles que ponen en peligro nuestra vida y nuestra integridad. El control, el que la obliguen a hacer cosas que usted no quiere hacer, el que menosprecien sus logros y capacidades, el que le digan que no sirve para nada, el que la amenacen, el que la empujen, el que le revisen el celular, el que le griten, largo etcétera, son formas de violencia a los que debemos estar atentas para ponerle un alto.
De niñas no siempre nos enseñan a amarnos y a respetarnos, el mundo de hoy nos exige enfocarnos en cuestiones académicas y en adquirir destrezas que nos ayuden a sobresalir en el mundo laboral. Hoy quiero llamar la atención a que de todas esas destrezas la más importante es construir el amor propio y la conciencia de nuestra propia valía, de lo contrario podemos llegar a triunfar pero siendo vulnerables a ser víctimas de la violencia al volvernos permisivas y buscar llenar el vacío de amor propio con falsos amores ajenos a nosotras mismas.
Del 25 de noviembre al 10 de diciembre se estarán llevando a cabo actividades de sensibilización que pretenden contribuir a la eliminación de la violencia contra las mujeres. Unámonos, conozcamos nuestros derechos y alcemos la voz en contra de este mal que destruye a generaciones enteras.
El próximo viernes 25 de noviembre vistamos todos una prenda naranja como signo de nuestro repudio a la violencia contra la mujer y de nuestra disposición a luchar contra ella, empezando en nuestra vida cotidiana y extendiéndonos a todos los espacios en los que una mujer violentada nos necesite.