Juan José Narciso Chúa

El Instituto Nacional Central para Varones fue fundado en 1874, con lo cual el año 1974 significó el centenario de esta noble institución que hoy se encuentra en una mala situación, producto de la suma de imprecisiones en la política pública educativa, así como los estudiantes del Central fueron víctimas de la represión de la década de los setentas y ochentas, quienes se organizaron alrededor de las organizaciones estudiantiles de la época y luego vino un proceso de depauperación del Centro Histórico también en esas décadas y los institutos ubicados de dicho espacio sufrieron también de este fenómeno.

Ese año 1974, el glorioso Instituto Nacional Central para Varones arribó a sus 100 años, lo cual coincidía con la promoción de ese mismo año, a la cual pertenezco y la celebración del primer centenario fue motivo de agradables momentos, entre deportivas, culturales y sociales. El punto culminante de la primera centuria era la fiesta del Central, una invitación a la cual acudían no solo estudiantes sino también personas quienes reconocían el buen nivel de estas fiestas, tal como sucedía con diversas fiestas de institutos de varones y de mujeres.

Ese año constituyó una fiesta para quienes estudiamos en el Instituto y todos nos llenamos de orgullo de poder ser parte de esta celebración, que entre otras cosas significó para algunos la compra de un “tacuche” nuevo para dicha fiesta. Entre quienes pudieron contar con un nuevo traje estaba mi hermano del alma, Sergio Mejía, quien se pasó meses, contándonos sobre el referido traje, describiendo con detalles el lujo de la tela, la calidad del estilo, el gusto del sastre y la satisfacción que significaba estrenarlo para esa fiesta. Se pasaron meses y semanas, y Sergio no seguía contando acerca del referido traje, así como nos aburría de repetir lo mismo, también nos entró curiosidad acerca del mismo.

Uno de los eventos que resultaba realmente agradable era la venta de entradas para la fiesta de los exalumnos, quienes acudían el día sábado en la mañana previa a la fiesta y constituía un punto de reunión de antiguos y nuevos compañeros, que se congregaban nuevamente allá en el patio del Central, prestos a celebrar en ese momento el Centenario del Instituto.

La fiesta del Central para Varones en esa noche del 3 de agosto de 1974, estuvo amenizada por el Grupo Hielo Ardiente de El Salvador (como quiero a Julia, yo no olvido a Julia, se recuerdan), el Siglo XX de Guatemala, el órgano de Fito Alegría y la marimba Conejos, una combinación que permitía compartir diferentes ritmos y géneros musicales para el público que llegaba a disfrutar de la fiesta del centenario.

Al final nos juntamos con mi grupo de amigos del alma afuera del Instituto para entrar juntos a la fiesta, ahí estaban Jorge Luis Morales Modenessi, el Ganso; Carlos Monroy Aguilar, el Pelícano; Sergio Mejía Morales, el Muñeco; Danilo Flores Pérez, Sanchi; Edgar Alfredo Ordóñez Porta, el inolvidable Tito (+) y yo. Efectivamente el famoso traje nuevo de Sergio, era para nosotros una maravilla de la confección sartorial, era un traje a cuadros oscuros sobre una tela clara, con lo cual destacaban los cuadros y el estilo era traslapado como se imponía en la época, con lo cual todos lo felicitamos por tan linda adquisición, mientras el resto de nosotros nos presentábamos con el “tacuche” de siempre; el Ganso un café; Danilo un gris y yo un verde, nos los conocíamos todos.

Ya juntos todos, decidimos el ingreso, la algarabía no era para menos, pues constituía un centenario del cual todos nosotros éramos parte de esa magna celebración, pero Sergio era el que más destacaba con su traje nuevo, de última moda y de novedoso diseño, con lo cual ufano se presentaba ante la magnificencia de la fiesta Centenario del Instituto Nacional Central para Varones, lo cual para nosotros también era motivo de orgullo, pues constituía el único de nuestro grupo con tacuche nuevo.

Al ingresar a la fiesta, nos empezamos a saludar con los compañeros de la promoción Centenario, así como los antiguos centralistas, e igual empezábamos a visualizar la potencial pareja para bailar esa noche, yo en particular en ese aspecto fui víctima de una imprecisión intencional con mi pareja de la noche.

Así que empezamos a recorrer en grupo, tanto el patio como los corredores iluminados del glorioso Central, cuando para nuestra sorpresa, se apareció el Toro Bobo, un compañero hermano de otro queridísimo amigo Pío Uclés, nos saludamos y nos encontramos con que usaba ¡El mismo traje de Sergio!, la primera impresión fue de sorpresa, pero seguimos nuestro recorrido, donde nos encontramos con diferentes personas, ¡¡¡quienes también vestían el mismo traje de Sergio¡¡¡, con lo cual, la broma de la noche fue el referido tacuche, ya se puede imaginar lector las jodederas de esa noche, que incluso todavía hoy bromeamos a Sergio con dicho traje y que hoy les comparto, pues la exclusividad del traje a cuadros de Sergio Mejía Morales fue la broma de la noche que pervivió para siempre. Y la noche no terminó ahí.

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