Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

He dicho que soy de los que consideran que Guatemala no tiene futuro con las mismas reglas, bajo las mismas condiciones y operados por la misma gente, pero también pienso que no iremos a ningún lado si no logramos que la población despierte, se interese, se entusiasme por el futuro y se involucre en el cambio.

Hoy nos fijamos en lo que pasa en Estados Unidos ignorando que muchos de los problemas que ellos tienen, especialmente el racismo, está latente en Guatemala desde nuestra fundación y no hemos sido capaces de entender que a mayor división, menos progreso y al tener menos progreso, mayor exportación de nuestra gente que sale a buscar oportunidades.

Si los guatemaltecos tenemos una idea, peleamos por conseguirla, luchamos cada día con más fuerza y yo me pregunto qué nos impide que ese mismo principio nos rija para la construcción de un mejor país, uno más incluyente, justo y generador de oportunidades para todos.

Gran parte de nuestro problema es que las bandas que han dirigido el país (en contubernio con sus financistas, socios de negocios y poderes ocultos) han hecho sus dineros a costa de mayor marginación de las clases eternamente excluidas, de negar oportunidades para los siempre oprimidos y generando un calvario para todo aquel que honradamente desea caminar en el camino de la ley.

Por esa razón es que mi punto es sencillo: si no logramos que el grueso de la gente se interese por la cosa nacional este país no tiene futuro porque los saqueadores, las mafias y los poderes ocultos le apuestan justamente a la indiferencia que ha reinado y que les ha permitido operar en total impunidad y tranquilidad. Hay gente que se pregunta, ¿qué cambiará con que yo me interese? y eso demuestra que nuestra capacidad de incidir la tienen minada.

Una vez nos interesemos (que no es tarea sencilla) vendrá la parte aún más difícil porque tendremos que entender que Guatemala es tanto de los ricos como de los pobres, de los ladinos y de los indígenas, de la gente urbana y rural. Cada quien tendrá sus creencias económicas o inclinaciones políticas, pero para cambiar el sistema (las reglas), para luchar contra la corrupción, la impunidad y contra la falta de oportunidades, no pueden caber ideologías.

Creo que esta situación que como ciudadanos atravesamos hay que verla como un proyecto de vida, porque así como van las cosas de nada sirve ser millonario, tener oportunidades, tener buenos negocios, buenos empleos, buenas cosas materiales si no logramos ampliar la matriz de esas oportunidades. Si no logramos incluirlas para más gente, este país algún día reventará y todo lo que creamos tener asegurado puede estallar como un polvorín.

Nunca antes ha sido tan cierta la expresión que el cambio empieza por nosotros mismos y que las ventanas de cambios cada día son menores; nunca antes ha sido tan cierta la expresión de que el país se nos escurre como agua entre las manos.

Gente como Arzú y Morales nos quieren hacer creer que somos prósperos, pero claro, uno pierde la perspectiva cuando hace negocios con el dinero del pueblo y entonces cree que eso es prosperidad.

De usted y de mí depende el cambio como nunca antes en la historia.

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