Jorge Santos

Pocas veces como a partir de abril 2015, la sociedad guatemalteca había sentido que era posible que poderosos pudieran ser investigados y sentados ante el banquillo de los acusados. Antes de esa fecha, sólo en pocos pero significativos casos, evidenciamos esa rara sensación, de que es posible cumplir con uno de los pilares de cualquier Estado de Derecho mínimamente sano, en donde nadie esta por encima de la Ley. Fue el expresidente Alfonso Portillo y el dictador y hoy declarado Genocida Efraín Ríos Montt, donde iniciábamos esa senda, en donde tanto gobernados, como gobernantes podían estar sometidos al imperio de la ley.

Sin embargo, no es sino hasta abril del año pasado, donde pudimos constatar y lo seguimos haciendo, de que los poderosos económicamente y no sólo sus serviles, pueden ser perseguidos y encarcelados. De esa cuenta, hemos visto desfilar rumbo a prisión, tanto al expresidente Pérez Molina, la exvicepresidenta Baldetti, si no también a importantes miembros de la atrasada oligarquía guatemalteca, de tal cuenta que el propietario de uno de los más lujosos hoteles del país, presidentes de Junta Directiva de Grupos Financieros y hasta uno de los más grandes negociantes de medicamentos y representante de grandes capitales internacionales en el país, se han visto tras la rejas. Pero dado que la corrupción, violencia e impunidad han sido los mecanismos bajo los que operan el poder económico, político y militar en el país, estos no se han quedado de brazos cruzados y han iniciado a operar para retomar el terreno perdido e instaurar nuevamente su modelo de saqueo, desigualdad e injusticia.

Todos recordamos aquella frase utilizada por Roxana Baldetti, durante el corrupto gobierno de Pérez Molina, en la cual hacia alusión a que la Corte Suprema de Justicia del 2010, había sido decidida en la cama de un lujoso hotel capitalino y con ello justificaba el Pacto por la Impunidad que en 2014 se gestó para la designación de magistrados en el Organismo Judicial. Pues llegado el presente año, esas decisiones ya no se hacen alrededor de una cama, sino se están tomando en la cárceles del Mariscal Zavala y Matamoros.

Este grupo de criminales dentro de prisión, más los que desde fuera, desean retornar al modelo que les permitía el sostenimiento de sus privilegios y el enriquecimiento ilícito, sumaron sus esfuerzos para llevar al corrupto y mentiroso partido FCN a la Presidencia, han operado para controlar nuevamente la presidencia de la Corte Suprema de Justicia y hoy impulsan una planilla para la Junta Directiva del Congreso de la República. De resultar electa una Junta Directiva en el Congreso encabezada por Oliverio García Rodas, significará que las estructuras criminales tales como el Partido Patriota, Lider y ahora FCN vuelvan a retomar el control sobre la institucionalidad y con ello, el retroceso al imperio de la impunidad, corrupción y violencia.

Artículo anterior¿Cuales son las prioridades en la agenda política?
Artículo siguienteBloqueo es bloqueo