Juan Fernandez
Déjenme iniciar con algunas precisiones sobre los significados de política. En primer lugar es necesario delimitar política como la esfera donde se define la arquitectura estatal, las leyes, las relaciones de poder, y los procesos sociales. Una segunda distinción remite a política como ámbito de interacción entre los actores del sistema con el objetivo de alcanzar el poder, aquí se habla básicamente de política partidista. Y la tercera acepción de política según Löffler es aquella que orienta hacia el conjunto de intervenciones o acciones públicas que significan calidad en los procesos gubernamentales, participación de todos los sectores en la toma de decisiones y fundamentalmente que el resultado del actuar institucional implique cambios significativos en la calidad de vida de los ciudadanos.
A partir de la última aserción se puede entender que existen serias limitantes en el actual paradigma de gestión pública, puesto que no se ha podido dar respuesta a las necesidades de la gente. En este escenario las demandas sociales por mejores servicios y conflictos se incrementan principalmente por que no se percibe un buen vivir. Según el INDH-PNUD los guatemaltecos de diversos estratos entienden buen vivir como una experiencia en la cual la sociedad tiene acceso a una buena vida al poseer salud, vivienda, empleo y salario, educación, nutrición, y seguridad.
Por eso, para alcanzarlo se requiere de un conjunto de dispositivos político-administrativos orientados hacia la representación del interés público. Estos estarían expresados principalmente en tres dimensiones de la acción gubernamental: la planificación, el presupuesto, y la ejecución -resultados de impacto. Según el Catalogo de Clasificación de las Funciones del Gobierno de la ONU el presupuesto según su función, se orienta hacia la organización de las actividades que procura el Estado de acuerdo a sus fines y representa el punto de intersección entre lo que se planifica y lo que recibe la sociedad a través del aparato Estatal.
Por consiguiente, en la especificación de gastos por niveles orgánicos tales como ministerios, municipalidades, entidades descentralizadas, y otras, se definen las prioridades en un espacio-tiempo determinado y se devela la orientación de la gestión del Estado. En otras palabras, si el presupuesto se dedica mayoritariamente a totalizar elementos de defensa, seguridad reactiva, infraestructura, contratación de servicios y, el pago de deuda se identificaría que el modelo está orientado hacia el “núcleo duro” de la sociedad. Si por el contrario éste demuestra un enfoque hacia servicios públicos que garanticen una vida digna para los ciudadanos, para la juventud, políticas orientadas hacia las mujeres, los pueblos indígenas, y justicia, sería evidente una tendencia hacia los intereses de la sociedad.
La coyuntura de 2015 provee importantes referencias sobre las demandas ciudadanas -las de la gente por supuesto no las de los grupos de presión- que habrían de significarse en una ventana de oportunidad para dar soluciones efectivas a los anhelos de la sociedad y considerarlas como puntos centrales de la agenda política. Caso contrario, se estaría evidenciando una apertura hacia el elemento central del descontento ciudadano: el mantenimiento de antiguas formas en el actuar político.