Jorge Mario Andrino Grotewold
• @jmag2010

La mayoría de tratadistas y expertos en sociología y derechos humanos, e inclusive algunos economistas vinculados a los temas de indicadores sociales, explican que una población joven, representa el presente y el futuro de cualquier país. Por ello, continentes como el europeo u Oceanía, otorgan beneficios extraordinarios a sus ciudadanos para lograr incentivar que la población de niñez sea aumentada.

Sin embargo, alrededor del mundo, en regiones como América Latina, África y el Medio Oriente, los niños/niñas no pueden ser considerados el futuro de sus países, por distintas razones, pero quizá seguramente la más importante, es que en sí mismos, no pueden alcanzar a tener un presente con condiciones de vida digna, mucho menos considerar en un futuro que coadyuve a su nación.

Al celebrar cada primero de octubre el día de la niñez, la ONU y su agencia especializada Unicef, no sólo recuerdan mediante distintas comunicaciones las condiciones en las que la niñez vive en estas regiones, sino que además explican que dicha condición les priva de alcanzar un futuro con el goce de sus derechos fundamentales. En áreas de pobreza y pobreza extrema, los indicadores de los pequeños en materia de educación y salud son terribles, habiendo denotado hace algunos lustros, que aun cuando el Estado busque mejorar esos derechos económicos y sociales, el niño/niña tiene un antecedente magro en cuanto a aprendizaje o salud primaria, toda vez que no se atendió su derecho a la alimentación, y por ende la seguridad alimentaria ha sido un factor determinante para su exclusión, y eventualmente muerte. Los porcentajes de muertes por distintas razones son graves, e inclusive la mortalidad materno/infantil se incrementa de forma alarmante. La violencia, otra razón.

En otras latitudes, donde los países viven con conflictos bélicos, no existe respeto por la atención, cuidado o resguardo de la población civil, especialmente los niños, que en múltiples oportunidades se convierten en escudos humanos durante las batallas, o simplemente son utilizados por fanatismos religiosos o ideológicos para sus fines perversos. Sin ir muy lejos, en Centroamérica, el crimen organizado ha aprovechado la baja educación escolar y la ausencia de valores dentro del hogar, para financiar el surgimiento y fortalecimiento de las denominadas «maras», que inician con la niñez desde los años precoces, convirtiéndolos en adictos, sicarios y transgresores de las leyes.

Si cada uno de los Estados valorara a la niñez como debiera ser y su valor humano en potencia, serían más preciados que cualquier moneda o joya valiosa, y les atenderían, resguardarían y honrarían, como el tesoro que realmente son. ¿Feliz Día del Niño? Para algunos quizá, pero para otros es una realidad desapercibida que nos pasa factura en este presente, y que guarda un futuro incierto en todo el mundo.

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