Félix Loarca Guzmán

El presidente de Guatemala, Jimmy Morales, ha tratado de culpar a los medios de comunicación por el rechazo de la población, a su propuesta para aumentar algunos impuestos como el de la gasolina, el cemento y el que grava la renta.

En este caso, los diferentes órganos de difusión se han limitado a canalizar las expresiones de descontento hacia el gobernante, por no ser congruente con sus promesas de campaña, pues durante la misma aseguró que no incrementaría los impuestos.

Lo que sí se ve con simpatía es la intención para el aumento de las regalías de las compañías extranjeras dedicadas a la extracción de metales preciosos como el oro y la plata, pues se trata de la riqueza natural del país y es incomprensible que sigan pagando el uno por ciento, cuando en naciones de la América del Sur están obligadas a cubrir más del 80 por ciento.

El pasado domingo, el presidente Morales inició una serie de entrevistas por televisión, tratando de convencer a los guatemaltecos sobre las aparentes bondades de su iniciativa tributaria.

La impresión que causó el gobernante entre los televidentes del canal que antes lo cobijó como cómico, fue de desencanto, al oírlo pintando “un mundo de fantasía” sobre los supuestos “logros” de su gobierno”.

Antes de un aumento de impuestos, el pueblo quiere ver medidas de austeridad y transparencia, como la reducción de los carros, motoristas y guardaespaldas que acompañan al Presidente cada vez que transita por las calles y carreteras de Guatemala.

Asimismo, en lugar de que haya un Secretario de Comunicación y un Vocero de la Presidencia, debería existir un solo funcionario con las dos funciones. En Estados Unidos no deben estar acreditados tres Embajadores de Guatemala, sino solo uno que nos represente ante la Casa Blanca, en la OEA y en las Naciones Unidas. Así fue durante el gobierno nacionalista del presidente Jacobo Arbenz.

Simultáneamente, la SAT debería esforzarse por cobrar con eficiencia los impuestos ya existentes. Por ejemplo, es inaceptable que algunos de los bancos del sistema no extiendan facturas al cobrar recargas telefónicas. También es inconcebible que los camiones distribuidores de agua pura propiedad de una de las familias más poderosas de Guatemala, no entreguen facturas a los consumidores.

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