María José Cabrera Cifuentes
mjcabreracifuentes@gmail.com

Recientemente se dio a conocer que la jefa de la bancada Convergencia, Sandra Morán, se encuentra preparando una iniciativa en la que se regularía el aborto en circunstancias especiales, tal el caso de la concepción que ha sido producto de violencia sexual.

El aborto es, a mi criterio, una de las prácticas más despreciables que el ser humano podría implementar. Sin importar las circunstancias en que se haya dado la concepción, el asesinato, a menos que sea para pagar por un delito cuya gravedad lo amerite, es injustificable, especialmente tratándose de una vida indefensa.

Muchos de los que defienden alternativas como la que presentará la diputada Morán, son los mismos que se manifiestan en contra de la pena de muerte, aduciendo que todos los individuos tienen derechos y que quitarle la vida a otra persona sería inaceptable sin importar la magnitud de los crímenes que el individuo haya cometido. Tomando como base el mismo argumento resulta mucho peor extinguir una vida inocente que no decidió las circunstancias en la que iniciaría.

Seguramente recibiré un sinfín de críticas por exponer mi punto de vista y reafirmar que el aborto no debe, bajo ninguna circunstancia, ser regulado debido a que implica el asesinato más cruel y despreciable que pueda existir. No obstante, considero sumamente importante defender en estas líneas lo que creo y reiterar que el resguardo de la vida debe primar sobre todo lo demás. Esto se instituye, incluso, en el Artículo 3 de la Constitución Política de la República, en donde se establece que el Estado debe proteger la vida desde la concepción, por lo que cualquier disposición distinta iría en contra de nuestra Ley Suprema.

No es mi intención, en ningún momento, menospreciar las vidas de las niñas y mujeres (tampoco de los niños y hombres) que han sido víctimas de violencia sexual, estoy plenamente consciente de las secuelas que dicho crimen conlleva en el desarrollo pleno de los individuos. En este sentido, el Estado debiera procurar programas de acompañamiento para ayudar a las personas que han sufrido este tipo de violencia al igual que de orientación a las menores de edad una vez hayan dado a luz a niños no deseados y concebidos en situaciones irregulares.

Es necesario trabajar en pos de la prevención y la educación de todos los niños y niñas. La continuación de la resistencia al abordaje franco de la sexualidad continúa siendo una gran limitante para la lucha contra el fenómeno de los embarazos en adolescentes, pues es necesario acotar que no todos son producto de violencia sexual sino que muchos de ellos se dan debido a la desinformación de las jovencitas y jovencitos cuya carencia de educación les lleva a tomar decisiones sin tomar en cuenta sus consecuencias.

Legalizar o no el aborto es quizá uno de los temas más complejos, y alrededor del cual giran las posturas más diversas. Desde los que apuntan que solo la mujer puede decidir sobre su cuerpo (sin analizar que el cuerpo que es centro del debate es ajeno al de la madre) hasta los que como yo, aseguramos que desde cualquier punto de vista es inadmisible. Defender la vida es la tarea primordial del Estado por lo que intentar desde adentro atentar contra ella resulta inaceptable. Legalizar el aborto, sin importar las circunstancias, no sería otra cosa que la legalización del asesinato.

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