Félix Loarca Guzmán
Un mezcla de desencanto y frustración se ha apoderado de un gran porcentaje de los ciudadanos de Estados Unidos, en la víspera de las elecciones presidenciales de ese país previstas para el próximo mes de noviembre, al comprobar que los dos candidatos participantes son más de lo mismo.
En los círculos del electorado estadounidense prevalece una opinión negativa sobre los contendientes por la carrera presidencial, lo que ha hecho pensar a algunas personas, que esta será una elección entre dos males.
En un marco general, se debe considerar la enorme desigualdad que aqueja a Estados Unidos. Noam Chomsky, prestigiado intelectual norteamericano, ha señalado que actualmente en Estados Unidos apenas una décima parte del uno por ciento controla casi toda la riqueza del país, lo cual agrega, no solo es injusto, sino que corroe las bases del sistema democrático y tiene efectos altamente negativos para la sociedad.
La democracia de Estados Unidos es actualmente una democracia en decadencia, agudizada por la crisis económica internacional que sigue afectando su hegemonía y al mundo capitalista en su conjunto.
Los significativos niveles de pobreza, actos de constante violencia, brutalidad policial, discriminación racial, el galopante problema de desempleo y el hecho de ser uno de los principales mercados de consumo de drogas, han contribuido a debilitar sus bases democráticas.
A todo lo anterior debe añadirse el creciente desprestigio por sus incursiones en muchas regiones del mundo, especialmente en América Latina, con guerras, intervenciones, agresiones y golpes de estado contra gobiernos que no se pliegan a sus intereses.
Los dos candidatos presidenciales, Hillary Clinton del Partido Demócrata y Donald Trump del Partido Republicano, tienen muchas colas machucables. La señora Clinton, ha apoyado intervenciones y agresiones contra otras naciones. Aún están frescas las denuncias sobre que pudo estar detrás del golpe para derrocar al Presidente de Honduras, Manuel Zelaya, en el año 2009.
El candidato republicano está mal visto por ser un amante del uso de la fuerza antes que del Derecho, por su actitud irrespetuosa hacia otras naciones como México, su postura racista y antinmigrante, y sus descabelladas propuestas en materia de política internacional.