Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Históricamente el sector de la salud pública ha sido presa de los negocios que ahora se definen como parte de la Cooptación del Estado, y por ello es que las políticas generales desde hace años se han orientado a la atención hospitalaria en vez de trabajar en el área de la prevención y la atención primaria que no genera oportunidades de grandes negocios como la construcción de hospitales, su equipamiento, abastecimiento y el derroche en la compra de medicinas.

Cuando uno observa las experiencias de otros países, especialmente el caso cubano que es ejemplar en materia de salud porque en medio de un bloqueo económico sin precedentes en la historia se ha logrado un nivel de cobertura prácticamente absoluta y resultados extraordinarios en los más diversos indicadores de la salud pública, tiene que buscar en la definición de las políticas de Estado la clave, y todo se centra en que la orientación está privilegiando la atención primaria con visión que apunta a la prevención y la atención temprana del paciente para curarlo antes de que sea necesaria una costosa hospitalización.

Pero como nuestros ministros de Salud no llegan con la visión de atender las necesidades del paciente sino a huevear, literalmente hablando, sus únicas prioridades están en el área hospitalaria donde está el arca abierta para que todos pequen, desde el enfermero que como hormiga se clava las medicinas, hasta el director que monta su propio negocio de farmacias y se involucra en la mafia mayor dirigida por un ministro que tiene que salpicar hasta al Presidente, Vicepresidente y no pocos diputados. Y los trabajadores, astutos, han entendido el juego y para mantener su silencio y no ser piedra en el zapato que ponga en peligro las millonarias operaciones, negoció Pactos Colectivos que le compran su silencio para garantizar que la corrupción se mantenga sin sobresaltos derivados de la denuncia de trabajadores responsables y preocupados por la salud del pueblo.

Apostar a la prevención y la atención primaria implicaría un radical cambio de enfoque en un sistema de salud que se centra en la atención hospitalaria que únicamente procede en casos extremos que debieran ser la excepción, y no la norma. Pero ello significa un profundo y radical cambio de mentalidad, puesto que demandaría autoridades que lleguen con el compromiso de generar un eficiente sistema de salud y no de funcionarios que le ponen el ojo al ministerio simplemente para continuar ordeñando la vaca como lo han hecho cada uno de sus antecesores.

La ministra Hernández Mack ofreció declaraciones ayer a La Hora y habla del tema, pero hay que entender que llega a dirigir un monumental centro de corrupción donde todo el aparato está orientado al negocio, al trinquete y se topará con muchos de sus colegas a los que Hipócrates les suena a hipocresía porque no tienen el menor sentido de la ética. No podemos negar que nuestra sociedad está muy orientada al negocio y no le hace el asco necesario a la corrupción, pero hay instituciones en donde la podredumbre es absoluta y el sector de la salud pública es una muestra paradigmática.

Ojalá la Ministra tenga los arrestos para luchar contra molinos de viento que ya mueven sus aspas para neutralizarla.

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