Claudia Navas Dangel
cnavasdangel@gmail.com

Los niños, en este caso, una niña, tienen forma muy distinta de ver el mundo. Digo, distinta a los adultos, que generalmente nada nos gusta, que nos quejamos tanto y que, además, callamos o disimulamos nuestra molestia por evitar problemas, porque creemos que no tiene sentido hablar, por chapines pues.

La cosa es que como en los últimos años, la niña y yo esperábamos ansiosamente este mes, para poder ir a “La Feria”, este año, me entusiasmaba más el poder ir, ya que iba a estar presentando dos libros de mujeres formidables. Yo estaba contenta y ella, la niña, estaba guardando dinero desde mayo para comprarse sus libros.

Llegamos y como siempre se nos fue el tiempo de un stand a otro, el dinero empezó a escasear, pero los libros empezaron a llenar las bolsas y eso da, nos dio, a la niña y a mí, una gran satisfacción.

Hubo muchas cosas que no me gustaron, como el pago excesivo del parqueo, la comida y que el cajero se arruinara. Pero bueno, eso resulta nada, cuando una piensa en la titánica tarea de los expositores, y sí, apostar por la lectura en un país como el nuestro no es fácil, como tampoco lo es pagar el stand, y estar todos los días por jornadas tan extensas en un mismo espacio.

Si a eso le sumo, lo grato que es encontrarse gente tan querida y textos recién salidos del horno como los de Catafixia, o espacios de pequeñas editoriales que a contracorriente, están ahí haciendo arte (nótese que hablo en un sentido mucho más amplio), y que además, gracias a los azares del destino, algunos libros de otras casas editoriales tenían un precio accesible, pues la experiencia resulta en efecto gratificante.

Eso sentí yo. Y ella, la niña, que no vio pelos en la sopa, sino sólo un maravilloso mundo de libros “es algo así como si un libro cumpliera años y todos sus amigos viniera a la piñata”, y a mí me pareció una magnifica definición de lo que la Filgua significa para muchos. Sin embargo, como los niños y los bolos dicen, hablan siempre con la verdad, ella, la niña, no pudo más que sentirse molesta porque la obra de teatro empezó tarde, por el ruido que no permitía escuchar la actividad a la que asistía y que claro, “al final hay más libros para grandes”.

Y bueno, como en toda “piñata”, al final salimos con sorpresas: el encuentro con Panchorizo, ver a la bella Vania y por supuesto la ilusión de que el otro año se vienen cosas mejores, ¿verdad Raúl?

Así que si no han ido, aún les queda mañana para participar de esta fiesta.

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