Factor Méndez Doninelli

“¿Por qué leer? Se lee para descifrar las señales del mundo, rebotadas en nuestra «caverna interior”; se lee como si siempre tuviéramos alzheimer: para recordar a cada paso quiénes somos.”
Eloy Martos Núñez. Red de Universidades Lectoras.

La historia de la humanidad está repleta de fragmentos siniestros, saturados de intolerancia y dogmatismo ortodoxo. Tanto en el pasado como el presente, al ritmo del grito, ¡muera la inteligencia!, los libros alimentaron las hogueras: feudalismo, inquisición, fascismo, autocracias, fanatismo islamista, son algunos ejemplos.

En Guatemala, durante el siglo pasado, en el marco de la Guerra fría y la Doctrina de la Seguridad Nacional, las dictaduras militares, como todas, fueron intolerantes con el pensamiento letrado y crítico, por esos años, eran prohibidos los libros de economía política, de marxismo leninismo o antirreligiosos, fueran textos académicos, artísticos o literatura universal, para mencionar algunos, “Introducción a la Filosofía,” de George Politzer; “La madre,” de Máximo Gorki; “Vámonos Patria a caminar,” de Otto René Castillo; “Hombres contra Ombres”, de Efraín de los Ríos; “El diario del Ché”, de Ernesto Guevara; “La historia me absolverá”, de Fidel Castro Ruz; o libros de Vargas Vila, eran títulos y autores satanizados, tenerlos era un delito, se consideraban lecturas prohibidas, subversivas, motivo suficiente para reprimir, encarcelar, torturar, ejecutar o desaparecer a quienes los poseyeran.

En aquellos tenebrosos y turbulentos años, debido a la represión militar, los constantes allanamientos a mi residencia y el posterior exilio, tuve que abandonar tres bibliotecas de varios cientos de volúmenes, que hasta hoy, me irrita el dolor de recordar su pérdida.

Felizmente, esos nefastos tiempos han sido superados, la firma de la Paz y la construcción de la incipiente democracia, han dado nuevos aires a las letras y los libros; ha crecido la actividad editorial diseminando cultura y conocimientos.

Motivo para aplaudir, FILGUA 2016, XIII Feria Internacional del Libro, dedicada al gran intelectual guatemalteco Edelberto Torres-Rivas. FILGUA es un auténtico espacio letrado de convivencia, de interacción, de plena libertad para el debate, la crítica y autocrítica. Un espacio lúdico, de imaginación e innovación. Un espacio para la conversación, el diálogo, el intercambio de ideas, propuestas, enriquecimiento colectivo y construcción de pensamiento alternativo. Es un lugar donde se socializa, se comparten identidades, se ayuda a crear y recrear representaciones sociales. Se impulsa la cultura letrada y se rescatan dos procedimientos atávicos, útiles para moldear el pensamiento simbólico de la humanidad, como son, la narración y el juego.

Chartier, define la cultura letrada a partir de la transmisión entre la escritura y la instrucción. La Organización de las Naciones Unidas para Educación, Ciencia y Cultura UNESCO, la entiende como: la aptitud para comprender y utilizar información escrita en la vida diaria, en casa, el trabajo y la comunidad, para alcanzar metas personales y desarrollar conocimientos. Tal como imaginaron los letrados de la Ilustración, esta cultura estimula el debate abierto y la creación compartida.

Fomentar el deleite por la lectura es cultivar el libre albedrío, es impulsar pensamiento crítico y las libertades de expresión y pensamiento, necesarias para enfrentar la perversidad e intolerancia que frente a la cultura letrada, imponen las dictaduras o los delirios religiosos de cualquier signo. Un libro, es como antorcha en la oscuridad.

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