Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
A falta de motivos para celebrar los primeros seis meses del gobierno del Presidente Jimmy Morales, don Joviel Acevedo le montó una masiva manifestación de maestros para que le visiten en la plaza central y pueda darse un baño de popularidad cuando salga a hablar con los educadores que desde temprana hora fueron llevados al Obelisco para iniciar otra de las tantas marchas que han culminado con los arreglos convenientes para los políticos y para la dirigencia sindical.
Pero la verdad es que al cumplirse los seis primeros meses del gobierno del Presidente Morales el elemento más destacado para analizar, porque es el que marcó el destino de su régimen, es la forma en que el micropartido que lo postuló a la Presidencia se convirtió en una nutrida bancada cuando atrajo, por los medios más tradicionales de esa política repudiada por todos y cada uno de los electores que en las urnas le dieron su voto a Morales, a los más desacreditados miembros del Congreso que huían de las más desprestigiadas bancadas que fueron quedando a la deriva y sin dueño cuando Baldizón y Sinibaldi desaparecieron del mapa político del país, mientras que otros colegas suyos bajaban el perfil mientras pasaba el chaparrón de la indignación ciudadana por el latrocinio a que se ha sometido al país.
Si Morales hubiera ejercido su liderazgo en ese momento crítico envía un mensaje a la población de que, en efecto, ni él ni su entorno era de ladrones o corruptos, pero al abrir de par en par los brazos a la bazofia, no sólo defraudó a mucha gente, sino que traicionó de manera clara y contundente el mandato que recibió en las urnas.
No creo que haya, en estos seis meses, un detalle tan significativo y determinante como el de alentar el transfuguismo para constituir una bancada numerosa. Y digo deliberadamente alentar y no tolerar, porque estoy convencido de que no fue un simple acto de tolerancia o que se haya desentendido de lo que hacían sus operadores políticos en el Congreso, sino que fue una decisión asumida desde la perspectiva de que, según sus asesores, necesitaba una bancada fuerte para enfrentar a los otros grupos parlamentarios.
Al Congreso, en general, Morales lo tenía que enfrentar con el respaldo de la gente que votó por él y que, por lo tanto, votó contra la política tradicional. En cambio, dispuso entrar al jueg o de nuestra «democracia» y el resultado es lo que ahora tenemos. Creo que hay en la vida momentos estelares que marcan el destino y para Jimmy Morales fue esa noche en la que lo convencieron de aceptar a los tránsfugas. No le veo en realidad vuelta de hoja porque libremente decidió pasarse al bando equivocado en este momento de la historia del país.
Da pena porque creo que tuvo buenas intenciones, pero careció de carácter para rechazar el canto de sirena de quienes, de forma astuta, lo cooptaron (para usar una palabra que ahora todos entienden) a fin de convertirlo en hombre del sistema. Y desde ese momento para hoy, las cartas están echadas.







