Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Desde que el Presidente aceptó el crecimiento de la bancada del partido oficial como producto de un grosero y burdo transfuguismo quedó en evidencia que la estrategia sería mostrar dos caras del oficialismo. Por un lado el Presidente, aparentemente desvinculado del partido por aquello de que representa la unidad nacional, y por el otro la bancada fortalecida numéricamente por la presencia de algunos de los menos respetables miembros del parlamento. No contentos con lo que tienen, ayer invitaron al diputado Fernando Linares Beltranena para que les hiciera upa al confrontar a la comisión que promueve la reforma constitucional para darle real independencia al sector justicia.

No sorprende que en la primera reunión los diputados del partido FCN se mostraran agresivos con la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala y contra el trabajo que hace conjuntamente con el Ministerio Público. De hecho hasta puede considerarse natural la reacción agresiva porque varios de los miembros de la bancada están enfrentando procesos de antejuicio iniciados por alguna de esas dos instancias de la lucha contra el muro de impunidad que ha existido históricamente en el país.

Pero en algo si se mostraron graníticamente unidos con la otra cara, la presidencial, puesto que ambos, Presidente y diputados, abogan por mantener el antejuicio como un instrumento que va más allá de la inmunidad para convertirlo en puntal de la impunidad. Y no están solos, puesto que otros partidos como la UNE también están abogando por preservar ese privilegio que no ha cumplido los fines por lo que se estableció como una garantía constitucional, sino que se ha desvirtuado por la forma en que los órganos contralores han actuado históricamente al colocar la inmunidad como un elemento de impunidad.

En este período estamos viendo una serie de actitudes del oficialismo que verdaderamente terminan dando pena, no sólo por el poco edificante ejercicio del poder político que no ha servido para cumplir con el mandato recibido del pueblo que, obviamente, fue para que se promovieran cambios en el modelo político del país, sino por la actitud del partido oficial de abrir los brazos para incorporar a la bazofia.

Los ciudadanos que votaron por el candidato Jimmy Morales lo hicieron en contra de la política tradicional y eso no puede pasarse por alto. Por ello es que fue una traición al mandato acoger a esa basura de transfuguismo y ha sido una traición al mandato el no impulsar con vigor y gallardía las modificaciones que el país requiere. Y eso que cuando los guatemaltecos votaron (yo no lo hice porque hace mucho que no voto por no creer en el sistema) no se había destapado la podredumbre de la Cooptación del Estado que tiene ahora en el banquillo no sólo a los políticos sinvergüenzas, sino también a los financistas inescrupulosos que desde la misma campaña eran como el diablo comprando el alma de los políticos para garantizarse que ellos serían los beneficiados cuando se abriera paca para iniciar el saqueo de los recursos públicos.

Artículo anteriorConsolidando la justicia
Artículo siguienteImpunidad tipo Siekavizza