Eugenio Fernández

En Guatemala, linchar parece ser una parte intrínseca de nuestra cultura que se encuentra arraigada a todo nivel. Nos parecemos muchas veces a la antigua Roma, donde la muchedumbre solicitaba al César terminar con la vida de algún gladiador en el Coliseo Romano. Cuando en el interior de la República literalmente se lincha, se mata a un ser humano. Lo más grave es que no lo condenamos el hecho, sino por el contrario socialmente justificamos este crimen de lesa humanidad. Nunca asumimos la responsabilidad compartida que como sociedad tenemos, al permitir que estos hechos ocurran. Nos importa muy poco las razones, la crueldad y las consecuencias. Además no nos importa saber la verdad y establecer los hechos, solo decimos «que bueno, un delincuente menos». No nos preguntamos, ¿Existe una posibilidad de que sea inocente? ¿El castigo es proporcional al crimen o hecho?

La semana pasada el ministro de Educación, Oscar Hugo López Rivas, exhibiendo abuso de poder, violando el debido proceso y tratando de justificar su decisión citando leyes, que por cierto lo comprometen a él mismo, decide suspender a Claudio Solís como director del Liceo Javier por «descuido y falta de responsabilidad». Es curioso como el Ministro cita el artículo 194 literal f) que dice: «Dirigir, tramitar, resolver e inspeccionar todos los negocios relacionados con su ministerio». Si el Ministro, después del trágico accidente ocurrido en las instalaciones del Liceo Javier, determinó que había «descuido y falta de responsabilidad» fácilmente podemos concluir que también fue porque el Ministerio de Educación no cumplió con su obligación de inspeccionar y asegurar que se cumpliera con cualquier regulación que se haya violado o por no darse cuenta del «descuido y falta de responsabilidad» de las autoridades del Colegio. Es decir que siguiendo la lógica del Ministro, también a él tendríamos que suspenderlo por el mismo «descuido y falta de responsabilidad» al no cumplir con los artículos 73 y 194 inciso f).

Cuando enfrentamos ante estos trágicos acontecimientos, primero lo que tenemos que hacer es atender a los familiares en la forma que ellos lo acepten o requieran. Segundo tenemos que establecer toda la verdad, la cual hasta hora no se ha llegado a establecer. Entiendo que tanto la institución como sus autoridades han colaborado oficiosamente con las autoridades pertinentes para alcanzar este objetivo. Tercero tenemos que construir, es decir ¿cómo damos sentido a este trágico incidente? Aquí sugerencias: Establecer leyes, reglamentos y procedimientos claros para el uso de cualquier piscina en el país; crear todos los mecanismos necesarios para que esto no vuelva a suceder; recordar a Alexander Aldana Fuentes de varias formas, la ley, reglamento, podrían llevar su nombre, también se puede nombrar una piscina con su nombre. Recordarlo para que esto no vuelva a pasar y que ninguna otra familia tenga que sufrir lo que los Aldana Fuentes han sufrido. Recordarlo por quien fue, aquí la vida nos da la oportunidad de construir y convertir esta tragedia en algo positivo o no destruir y no lograr nada con su muerte, de nosotros depende.

Aclaro que soy exalumno y apoyo a la familia, a la institución y a los miembros de la comunidad educativa del colegio.

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