Nunca nos hemos cansado de pedir en este espacio editorial que Guatemala se convierta en ese país en que se nivelen las condiciones para los ciudadanos tanto en el área de la generación de oportunidades como en la aplicación de la ley para cambiar ese diseño del Estado que se olvida del bien común y mantiene controlados los beneficios, los recursos y el poder con el que un grupito se vuelve multimillonario utilizando a los políticos que nos han gobernado.

Y ahora que se vuelve común denominador la aplicación de la justicia, es obvio que los dueños del sistema y los cómplices que han ejercido el poder para facilitar la corrupción, estarán concentrados en qué y cómo hacer para que todo fracase. Conociendo una pequeña parte de lo que se han distribuido en favores y pagos corruptos, preguntamos ¿cuánto dinero podrán tener para pelear y desgastar al MP y a la CICIG?

Mientras la fiscalía está pendiendo de un hilo porque no tiene certeza sobre casi 500 millones de quetzales de su presupuesto para terminar el último trimestre del año, los fardos de billetes de las estructuras pueden ir y venir con la misma práctica inescrupulosa con que la nacieron.

Tampoco es momento para que movimientos políticos de exministros que han sido cómplices en el saqueo del Estado, se vengan a volver a colocar como tiburones para seguirse hartando aprovechadamente de una situación de la que han sido partícipes.

Pero tenemos que tener claro que a quienes se está orientando la justicia han sido los dueños de los poderes más grandes del Estado: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Financiero, Medios de Comunicación y pilares del sector empresarial.

En Guatemala se puede ver muertos acarrear basura, desnudos, pero con las manos entre las bolsas porque es el país donde cualquier cosa puede pasar. Es por ello que más allá de algunos actos entre comprometidos de verdad en la lucha contra la impunidad y oportunistas, queremos hacer un llamado al ciudadano a que se sume a apoyar tanto al Ministerio Público y a la CICIG, como a sus titulares por el trabajo que están realizando.

Muchos dicen que sería extremadamente tonto pensar en un ataque violento de los agraviados en contra de los pilares de la lucha contra la corrupción, pero también tenemos que recordar casos como el de monseñor Gerardi durante el gobierno de Arzú.

Solo unidos en contra de los mafiosos, una sociedad determinada en cambiar la estructura y dejar de lamentarse por los nombres conocidos, nos hará triunfadores. Es momento de cerrar filas y apoyar a la Justicia exigiendo recursos y aportando actitud.

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