A pocos días de haber cumplido sus cinco meses en el gobierno, el presidente Jimmy Morales se encuentra ante decisiones que lo pondrían ante la puerta grande del futuro del país o lo refundirá para sacarlo por la puerta de atrás en la manera oscura y tenebrosa en que han salido todos los que le han antecedido.

Cuando fue electo el año pasado, comprendimos que el mandato era muy sencillo: No corrupción y promover los cambios al sistema. No se esperaba un Gabinete de altura, un plan de gobierno o políticas determinantes en las áreas de salud, educación, políticas tributarias, desarrollo humano, etc. y es por ello que eso no generó mayores reclamos. El panorama en justicia se miraba prometedor por la inercia con la que el país avanzaba por los logros y el apoyo con el que cuentan CICIG y MP.

Pero termina siendo que el caso de TCQ y las reformas en el área política y en el área de justicia se juntan en una coyuntura en que se puede demostrar tajantemente que no estamos dispuestos a continuar por el camino de la tolerancia a la corrupción y la impunidad, o simplemente dejarnos llevar para que le encuentren salidas con torpes excusas en nombre de la modernización y la atracción de inversionistas que muchos de su rosca le pueden estar vendiendo y que, por cierto, han sido antes parte del sistema de corrupción y beneficios que nos tiene como estamos.

Y las opciones están muy claras. En el caso de TCQ Guatemala no tiene nada que perder y mucho que ganar porque al fin y al cabo es la parte ofendida y tenemos los elementos para demostrarlo; en la reforma política tenemos que entender que cualquier avance es bueno, pero mientras no se haga una reforma radical en el área de financiamiento de las campañas y en la democratización de la participación eliminando los listados, no llegaremos a transformar el sistema; y en el sector justicia hay una propuesta técnica que está avanzando con profundidad y hará falta la determinación de nutrir de recursos esos esfuerzos para que con fuerza se pueda seguir rompiendo el muro de impunidad con que se protegen los corruptos criminales.

Con estas tres medidas, Morales tiene la oportunidad de enviar un mensaje claro y determinante no solo de que ha entendido el mandato, sino que está dispuesto a ejecutarlo. Puede que una coyuntura tan especial sea un agradable tapaboca para todos los que en algún momento hayamos dudado de las posibilidades del Presidente. Pero serán sus decisiones las que nos demostrarán la realidad.

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