No ha sido solo la operación “Al rescate del Sur” con la que las autoridades han dado un golpe fuerte a las estructuras de pandillas que se dedican a los distintos métodos de extorsión con los que se aprovechan de algunas empresas, comercios y residentes de zonas urbanas del país.

Se ha vuelto cotidiano que a primeras horas del día se reciben informaciones sobre operativos en los que se desmantelan células y se incauta armamento, equipo de comunicación y evidencias claras de la “contabilidad” con la que apuntan los cobros a sus víctimas.

El tema de las extorsiones ha sido sumamente importante en el país porque la tasa de impunidad con la que se cometía y el castigo hacia quienes ejercían desde trabajo de cobradores hasta rol de jefes de las estructuras, era prácticamente nulo.

Llegamos a pensar que uno de los verdaderos poderes era el de las pandillas que controlaban territorialmente el país y que por medio de sus prácticas casi terroristas de imposición del miedo, terminarían siendo los dueños, amos y señores de comunidades que por sus carencias sociales terminan siendo tierra fértil para la actividad delincuencial.

Pero hay que destacar que el equipo que se ha logrado conformar desde el Ministerio Público con Thelma Aldana, el ministro de Gobernación con Francisco Rivas y la cúpula de la Policía Nacional Civil, están haciendo un firme avance de imposición de una política criminal que atiende los principales problemas de la ciudadanía.

Claro que esto que se está haciendo es el trabajo y la obligación de quienes manejan las oficinas de seguridad y justicia en el país, pero se vuelve extraordinario en el momento en que alguien viene a hacerlo en instituciones que han estado secuestradas para el beneficio de poderes paralelos.

Es muy importante que para que estas acciones tengan futuro en el largo plazo, se establezcan las políticas de inserción social y generación de oportunidades para una juventud que, lamentablemente, en su mayoría y por décadas ha encontrado que la mejor forma de encontrar beneficios es por medio de la asociación a estructuras criminales.

Pero que lo cotidiano no nos haga ignorar los logros de una tarea que se muestra titánica pero que, poco a poco, va logrando frutos. Hay indicadores de importancia sobre capturados, dinero recuperado y armas decomisadas, pero nunca podremos conocer con certeza las vidas que se han salvado, las familias que han sentido el alivio de terminar el infierno del miedo, ni el número de adolescentes que se ha evitado que se enrolen en actividades ilícitas por ver que la ley, tarda, pero con voluntad y valentía termina llegando.

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