Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

No cabe la menor duda de que si el Presidente de la República veta la reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, el pleno del Congreso tendrá los votos suficientes para rechazar el veto y ordenar su publicación para que el decreto respectivo sea publicado y cobre vigencia. En ese sentido, el poder del Congreso es, de acuerdo al orden constitucional, inmenso y muy superior al del Presidente de la República, y eso nos debe servir para poner las barbas en remojo porque se viene la reforma constitucional para fortalecer al sector justicia y yo anticipo que los diputados van a meter la mano para hacer de esa iniciativa algo similar a lo que pasó con el interés ciudadano por reformar el sistema político.

Hoy recibí una carta del licenciado Julio César Rosales Alfaro que ilustra lo que hizo el Congreso con el aporte ciudadano en las mesas para discutir la reforma política. En la parte conducente dice: “Coincido totalmente con usted en todo lo que señala y la urgente necesidad de vetar dicha propuesta, porque no responde a las demandas ciudadanas en las plazas públicas, ni los esfuerzos que hemos hecho desde hace varios años para cambiar la Ley Electoral, ajustándola a las necesidades de Guatemala, especialmente la urgencia de depurar el Congreso, que es la Institución más desprestigiada y más corrupta del país.

Quiero comentarle que más de 200 personas profesionales y líderes de organizaciones de diversa índole participamos a invitación del mismo Congreso de la República para plantear reformas a la Ley actualmente en vigor en el tema Electoral y de Partidos Políticos. En dichas mesas se plantearon reformas de fondo, como el voto uninominal o nominal, reducción del número de diputados, no reelección, voto de los migrantes, cuotas para mujeres, democratización interna de los partidos, financiamiento de los partidos, regulación de la propaganda, empoderamiento del TSE, participación de los Comités Locales con candidatos a diputados y presidentes, etc.

El día que la Universidad de San Carlos entregó su propuesta de reforma, en el mismo acto, entregamos nuestras propuestas y la prensa es testigo de esto.  Sin embargo, Taracena y un grupúsculo de advenedizos se encargó de mutilar nuestra propuesta y hacer caso omiso del aporte de muchas personas profesionales, políticos y organizaciones.  Sencillamente, se pusieron de acuerdo con el TSE, a quienes ellos nombraron para dicho organismo y prepararon el mamarracho de ley que ahora aprueban y que quieren que el Presidente avale.

Me parece que la ley que empuja con tanto ahínco Taracena, es un proyecto que no cambia en nada el actual sistema corrupto, que los de la vieja política quieren mantener para seguir ordeñando a la vaca flaca que es Guatemala y que ya no quiere más a estos personajes que deberían tener vergüenza en querer mantener sus privilegios y los de sus familiares y amigos a costa del resto de la sociedad, cuya mayoría  se debate entre pobreza y pobreza extrema.”

El Presidente decidió entender el mandato que le dio el pueblo en las urnas y el mismo fue claro. No más con la vieja política, esa misma que el Congreso consagra con una reforma que no reforma nada de fondo, pero que asegura la perpetuidad del sistema.

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