Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

El argumento de que “peor es nada” y que sin ser el ideal, “algo” se logró con la reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos es perfecto para nuestra eterna idiosincrasia de conformistas. Somos tan vejigas que hasta aceptamos que Taracena tenga los faroles de decir que es una reforma histórica, cuando no es más que un mamarracho para taparle el ojo al macho y del que son tan culpables los diputados que lo aprobaron como los magistrados del Tribunal Supremo Electoral que lo avalaron desestimando el trabajo más serio realizado por la plataforma para la reforma del Estado que operó bajo el auspicio de la Universidad de San Carlos en los días más intensos de la crisis del año pasado, cuando había aún esperanza de que el cambio pudiera ser en serio.

Yo comparto el criterio del presidente Morales en el sentido de que la reforma aprobada por el Congreso no refleja el sentimiento de la población harta ya de los manoseos de los políticos. Ignoro, sin embargo, cuál es el sentido que el mandatario quiere darle a la reforma, ni si atrás de su oposición pueda haber algo relacionado con la pauta de los medios. Pero de lo que estoy seguro es que esa ley es un simple chapuz que persigue afianzar el poder de los caciques de los partidos políticos y la forma en que los pícaros se meten a los puestos públicos mediante negociaciones que hacen para postularse como candidatos. Esa reforma no impedirá que los mismos diputados sigan ocupando las curules en períodos venideros puesto que fue aprobada por ellos para garantizarse que no tendrán dificultad para mantenerse.

Impresiona ver la cantidad de gente que se conforma diciendo que no es lo que se esperaba, pero algo es algo y que peor es nada. Gente supuestamente pensante que sabe lo terrible que es para el país que siga el sistema secuestrado por una partida de sinvergüenzas como muchos de los actuales diputados que no tienen ni siquiera empacho en pintarse de cuerpo entero con actuaciones públicas que son la corroboración absoluta de su extraordinaria y cínica picardía.

Necesitamos darle caravuelta al modelo político actual y esa reforma que ahora cuestiona el presidente Morales no le hacía ni cosquillas porque todo fue bien pensado para hablar de cambio sin que nada cambiara. Y por supuesto que ahora el Tribunal Supremo Electoral también respalda a los diputados, si ellos mismos fueron promotores del mamarracho chapucero porque, al fin y al cabo, son producto de una elección realizada justamente por la clase política más deleznable del país, mediante aquella alianza apestosa entre Lider y Patriotas de la legislatura pasada.

Tenemos que dejar de ser tan conformistas y vivir de puros chapuces porque el país está en realidad urgido de acciones firmes para cambiar los vicios más perjudiciales que marcan nuestra vida política. Creo que vale la pena retomar el esfuerzo que se hizo en esa ya mencionada plataforma para la reforma del Estado y a partir de allí elaborar el proyecto de reforma que el mismo Presidente podría proponer haciendo uso de su iniciativa de ley.

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