Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Luego del informe de la Comisión Pesquisidora en el Congreso de la República respecto al caso del magistrado Charchal, llega al pleno una auténtica brasa, puesto que se pone a prueba la vieja chamarra que a lo largo de la historia ha sido tan eficiente para tapar a todos los que se dedican al saqueo del país. Sobre todo por el hecho de que está en trámite también el antejuicio contra ocho diputados del oficialismo que humillaron a una Gobernadora con el fin de ponerla de rodillas a efecto de que los dejara manejar a su gusto, como siempre se ha hecho, el Listado Geográfico de Obras que viene a ser una especie de caja chica para los miembros del Congreso.
El Presidente de la República se aparta de la cuestión esgrimiendo la tesis del respeto a la separación de poderes, pero si recordamos bien, hace pocos días fue su bancada el pivote para lograr la revisión en el tema presupuestario que permitió un suspiro en el manejo de las finanzas del país. En otras palabras, para lo que le conviene al gobierno, la bancada es utilizada en el más puro estilo de lo que han sido los eternos vasos comunicantes entre los poderes del Estado, pero cuando el tema puede ser no sólo escabroso sino desgastante, se alega la independencia de poderes.
En cualquier país del mundo existe lo que se conoce como el partido oficial o partido de gobierno. De hecho, al nutrirse en Guatemala con una partida de tránsfugas de conocida reputación dijeron que para el oficialismo era indispensable tener suficiente número de diputados para impulsar la agenda del gobierno. Por ello es que ahora, cuando el papel de esa bancada es tan importante en el tema de la justicia y el combate a la impunidad, no se vale zafar bulto y decir que los diputados actúan de forma autónoma y sin atender instrucciones del partido o, menos aún, del Presidente de la República.
El caso es que la ciudadanía no comulga con ruedas de molino y todos sabemos cómo es que funcionan las cosas en nuestra política y el indiscutible desgaste que tendría el Congreso al no conocer el trámite del antejuicio mediante la vieja treta de no integrar el quórum, terminará cayendo también sobre la Presidencia por el obvio vínculo que existe con la bancada. Repito que la forma en que se operó para hacer la reforma al Presupuesto General de la Nación es una clarísima muestra de que existe más que simple comunicación porque el oficialismo fue la clave de esa modificación.
Yo pienso que hay muchos sectores que creen que la chamarra todavía da para seguirla estirando, aún con los enormes agujeros que se derivan de los consistentes casos que ha ido impulsando la Comisión Internacional Contra la Impunidad y el Ministerio Público, pero aunque exista un espejismo fundado por la aparente indiferencia que ha vuelto a producirse entre la ciudadanía, no debemos pasar por alto que hay un rechazo claro a toda forma de corrupción y de impunidad, por lo que el oficialismo tendría que actuar con prudencia en esta coyuntura que se le presenta.