Eduardo Blandón

Por lo visto nuestros políticos son unos payasitos. Un día sale uno (Giordano para mayor santo y seña) y confiesa que los despropósitos enviados por las redes sociales eran solo una broma. Sin mala intención ni falta de caridad. Más bien, una especie de actividad lúdica producto del humor desbordante atribuible al humor adolescente que aún le queda al imberbe, hijo degenerado.

En otra jornada memorable, nuestro flamante Presidente, Jimmy Morales, expuso sus dotes de agudo cómico frente a los reporteros de «The New York Times», ofreciendo a Donald Trump mano de obra barata. Escena con la que demuestra la dificultad que como gobernante encuentra para distanciarse de su perfil de actor de comedia ligera.

«Al señor que quiere construir el muro le ofrezco mano de obra barata. Tenemos muy buena mano de obra y con mucho gusto le construimos. Nos dice las dimensiones y tenemos capacidades para hacerlo», respondió.

Las dos perlas, asemejan a Giordano y a Morales y los pone a nivel también de Roxana Baldetti y Mario Taracena (también Presidente, pero este del Congreso de la República). Lo cual nos lleva a conjeturar que quizá parte de la personalidad política de nuestros líderes es portadora del virus cómico. Gracia que algunos presumen de manera horrorosa y otros quizá con un grado mayor de fortuna.

No pretendo ser enemigo de la risa como Jorge de Burgos, el personaje descrito en la novela de Umberto Eco, El nombre de la rosa. No pienso que la risa sea «un viento diabólico, que deforma las facciones de la cara y hace que los hombres parezcan monos», pero sí me opongo a que los políticos no tengan sentido de sus palabras y hagan ridículo público con lo que dicen.

Lo expresado por Jimmy Morales va más allá de su carencia actoral y mediocre sentido del humor. Lo suyo es vergonzoso por la falta de altura con que enfrenta los problemas globales, su ignorancia política y ausente sensibilidad con sus gobernados. Para ser franco, debería pedir perdón a la ciudadanía y proponerse nunca más intentar ser gracioso. Muchos se lo agradeceríamos.

Artículo anteriorEl y ella
Artículo siguienteEl Tonto