Las tan cacareadas «reglas claras» que siempre mencionan los visionarios que nos quieren hacer ver como retrógrados por oponernos a su modernidad al hacer negocios, son exactamente las que ayer quedaron evidenciadas en el caso de TCQ que, finalmente, fue desenmascarado a pesar del esfuerzo de empresarios, abogados, políticos y hasta periodistas por venderle a la opinión pública un gran robo.

Pecaríamos de absolutamente tontos si creemos que fueron Otto Pérez y Roxana Baldetti los creadores de un sistema en que el enriquecimiento es el objetivo final del ejercicio del poder.

¿Creen que Álvaro Colom no recibió «nada a cambio» por los negocios con los brasileños para el Transurbano, la compra de fertilizante a la empresa de su funcionario, los tratos de medicamentos por medio de Alejos, las hidroeléctricas autorizadas entre la mafia de la energía o el pago de deuda sin respaldo del ministerio de Comunicaciones?

¿Será que Berger nunca supo o sospecho del trato del vaso de leche escolar, de los malos manejos desde la gerencia de la Presidencia en la reconstrucción del Stan, la reconstrucción del aeropuerto La Aurora, de las comisiones en la Secretaría Ejecutiva o del saqueo del Micivi?

Y tenemos razones de sobra también para pensar en las reglas claras de Álvaro Arzú con las privatizaciones, convertir a Fonapaz con Godoy y Colom en la cuna del robo, utilizar el ministerio de Comunicaciones como la negociadora privada de contratos y el arrogante uso de todo el aparato estatal para la defensa de sus «visionarios» negocios.

Guatemala se ha manejado con esas reglas claras que muchos empresarios reclaman porque han sido el método con el que se garantizan un trato que, por medio de la corrupción y la mordida, el soborno, y el chantaje, les ha permitido amasar durante décadas los millonarios imperios.

Hasta un exmagistrado de la CC, José Quesada, dijo ayer que todo está bien en lo relativo al manejo legal de TCQ. Es como que diga que un carro robado no tiene problema porque le sacaron papeles. Pero es por esa cultura de estar acostumbrados a ver el robo y a esa tolerancia a esas «reglas claras» que ya ni siquiera reconocen el rostro de la corrupción.

Lo que ayer mostró el Ministerio Público y la CICIG no es más que la radiografía de uno solo de los negocios que siempre se hacen en Guatemala. Posiblemente con otro nombre, pero La Línea existió con todos los presidentes; Taiwán les ha enjabonado las manos, muchos empresarios han sido «agradecidos» con ellos y el resultado es el mismo: Políticos millonarios, empresarios «visionarios» y un pueblo muerto de hambre. Esa, es la regla clara con que vive Guatemala.

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